Ampliación del campo de batall

Ampliación del campo de batalla (I)

Hay dos verdades inmutables en política. La primera es que la política es correlación de fuerzas. La segunda, que sólo la trilogía liderazgo, proyecto y partido garantiza el éxito en cualquier batalla político-electoral.

Durante décadas, la izquierda mexicana tuvo grandes liderazgos, de Cuauhtémoc Cárdenas a Andrés Manuel López Obrador. También tenía proyecto político, uno que buscaba garantizar las libertades individuales y colectivas, y hacer frente a la devastación social del modelo económico neoliberal del Consenso de Washington y los tratados de libre comercio.

Sin embargo, la cuestión del partido siempre ha sido un pendiente de la izquierda mexicana, fragmentada y atomizada como muchas otras izquierdas latinoamericanas y mundiales.

Ya en los años 80 (1981-1987) surge el Partido Socialista Unificado de México (PSUM) como resultado de la fusión entre el Partido Comunista de México y otros grupos, como el Partido Socialista Revolucionario o el Partido del Pueblo Mexicano.

En 1987 el PSUM se fusionaría con el Partido Mexicano de los Trabajadores para constituir el Partido Mexicano Socialista, que a su vez en 1988 se uniría con la Corriente Democrática escindida del PRI y liderada por el propio Cuauhtémoc Cárdenas, Porfirio Muñoz Ledo e Ifigenia Martínez, para formar el Frente Democrático Nacional que postularía al exgobernador de Michoacán e hijo del general Lázaro Cárdenas como candidato a la presidencia de la República.

Cómo hubiesen cambiado las cosas si en las elecciones presidenciales de 1988 llega a ganar una opción progresista en una América Latina donde sólo había un gobierno de izquierda, el de la revolución cubana, y poco antes de la caída del muro de Berlín y la implosión de la Unión Soviética.

Sin embargo, el sistema de recuento electoral se cayó (holi, Bartlett) y el proceso posterior derivó en la conformación en 1989 de lo que iba a ser el referente de la izquierda mexicana durante 25 años, el Partido de la Revolución Democrática (PRD).

Un PRD que, a pesar de encabezar la postulación de Andrés Manuel López Obrador en 2006 y 2012, deja como legado la firma junto a Enrique Peña Nieto del Pacto por México, una nueva vuelta de tuerca neoliberal al modelo económico mexicano.

Un PRD cuyo error no fue tener corrientes, sino convertir éstas en espacios para la disputa y repartición del poder en vez de para discutir las diferentes posiciones político-ideológicas en su seno.

Un PRD que cometió su último y gran error al ir en coalición con la derecha tradicional del PAN, neoliberal y pro familia, en las elecciones presidenciales de 2018.

Un PRD convertido hoy en cadáver político, en zombie que no termina de morir, pero cuyo hijo político, Futuro 21, ya nace muerto como alternativa política ciudadana.

Pero la historia la escriben los pueblos, y por eso antes de que el PRD culminara su proceso de descomposición, nació Morena como una alternativa más amplia y democratizadora para dar la batalla político-electoral por un México postneoliberal.

Un partido, Morena, inmerso en un proceso congresual interno y del que nos ocuparemos en nuestra próxima columna.

Katu Arkonada. Nació en el País Vasco, tiene nacionalidad boliviana y reside actualmente en la Ciudad de México. Cuenta con estudios de posgrado en geopolítica, y comunicación política. Es miembro de la secretaría ejecutiva de la Red de Intelectuales en Defensa de la Humanidad.

@katuarkonada

Otros textos del autor:
-Corea del Centro
-Je suis migrant

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