Neoliberalismo, lopezobradorismo y Estado regulador

Construir un modelo de desarrollo e instituciones que superen la herencia de corrupción, estancamiento económico, desigualdad y mal gobierno del neoliberalismo, es la tarea más apremiante en esta nueva etapa de la vida pública de México. En este contexto quiero llamar la atención sobre la importancia de observar la trayectoria del incipiente Estado regulador que inició con los gobiernos neoliberales y las consecuencias que puede tener para un proyecto que aspira a separar el poder político del económico si se reducen sus instituciones —las agencias reguladoras— a simples artefactos del neoliberalismo mexicano.

Es un hecho indiscutible que la idea de Estado del neoliberalismo redujo buena parte del viejo aparato desarrollista en sectores estratégicos de la economía. Usando diversas estrategias, buscaron transformar los otrora monopolios públicos en monopolios privados. Una vez consolidados sus “campeones nacionales”, optaron por crear agencias reguladoras para conducir la política de liberalización con la que ahora sí construirían la promesa de mercados competitivos. En otros casos, como en el sector energético, la privatización de empresas públicas resultaba sumamente costosa y optaron por crear agencias que gradualmente le abrieran paso a la inversión privada. En un primer momento las agencias reguladoras se crearon atadas a la vieja estructura administrativa del presidencialismo, pues no buscaban fortalecerlas sino legitimar la consolidación de la élite económica neoliberal.

En un segundo momento se intensifica el proceso de democratización y surgen los primeros gobiernos “divididos”. Las tensiones entre la vieja estructura administrativa, los monopolios públicos y privados, y las presiones democráticas de grupos de la sociedad civil y la oposición abrieron una disputa por la autonomía de las agencias reguladoras. Los gobiernos del PAN facilitaron ese impasse que le permitió a los monopolios fortalecer la captura no sólo sobre la regulación sino sobre buena parte del conjunto del proceso político. Paradójicamente, la batalla por la agenda de las agencias reguladoras se convirtió en un laboratorio donde tecnócratas y demócratas convergieron en la necesidad de fortalecer, por un lado, sus niveles de delegación y autonomía y, por el otro, mecanismos de rendición de cuentas.

El gobierno de Peña Nieto fue el colofón de una coalición que buscaba profundizar el alejamiento de las agencias reguladoras del ciclo político. Al derrotar la coalición lopezobradorista su relato y diagnóstico para alcanzar mayores niveles de desarrollo en nuestro país, se abre un espacio excepcional para hacer una nueva lectura sobre el surgimiento de las agencias reguladoras, su evolución institucional y su lugar estratégico para impulsar políticas de regulación progresistas. En buena medida, de esa lectura dependerán las posibilidades de construir un Estado regulador fuerte que defienda a las mayorías de las arbitrariedades y excesos de mercados monopólicos. En las izquierdas se debe dar un debate y reflexión que construya las bases intelectuales de una agenda regulatoria que fortalezca la capacidad del Estado regulador mexicano. Es una condición indispensable para separar la perniciosa convivencia de las esferas de poder político y económico.

Bolívar Portugal. Candidato a doctor en ciencias políticas y sociales por la Universitat Pompeu Fabra. Investigo sobre política y regulación. 

@bolivarportugal

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