Les voy a contar una historia de amor puro. De alguien que, sin conocerlo, me ha inspirado a soñar y sentir.
Descubrí a John Williams a los cinco años: eran los 90 y por alguna razón que no tengo muy clara se reestrenaron los episodios 4 al 6 de La Guerra de las Galaxias.
Lo tengo presente porque en aquella época había mucha mercancía al respecto. En lo particular coleccioné estampas que venían en las galletas y las papas fritas.
Mis hermanos, sus amigos y primos, eran fanáticos del universo Spielberg-Lucas, que en aquellos tiempos ya tenía clásicos como: Indiana Jones y ET: El Extraterrestre.
Pero lo que me cautivó fue cuando escuché por primera vez la fanfarria de Star Wars ,que uno de los amigos de mi hermano tenía en un caset.
Lo recuerdo bien: era dorado y tenía el clásico afiche de la película con todos los personajes: C3PO, R2D2, Darth Vader y a Luke. Abajo una leyenda: Music composed and conducted by John Williams.
Me emocioné mucho y en el antiguo estéreo me quedé paralizado. El tema de la 20th Century Fox estremece a cualquiera, pero John trae la magia después.
Escribiendo esto y escuchando el main theme de Star Wars se me pone la piel de gallina al recordar.
John Williams, a diferencia de los compositores de vanguardia, ha marcado historia en el cine por un recurso que casi puedo afirmar es una invención suya: el leitmotiv.
Sin embargo, estudiosos de la historia de la música se lo atribuyen a Richard Wagner.
El leitmotiv es la melodía de una composición que se va repitiendo y desarrollando de distintas formas a lo largo de su duración.
Por este recurso Williams ha alcanzado el Olimpo de los músicos.
Lo invito a hacer el ejercicio básico. ¿Se acuerda de las aventuras de Indiana Jones, del acecho de Tiburón, de Superman salvando al mundo?
Estoy seguro que sí y se debe en gran parte a que en este momento está tarareando las composiciones de Williams.
Al compositor neyorquino le debo el acercamiento a la música aplicada, a la que suena en las películas. Fue por él que en alguna época de mi vida quise ser compositor y dedicarme a las películas por siempre.
El destino a veces nos juega buenas bromas y hoy estoy aquí escribiéndole sobre Williams. Era algo que necesitaba hacer, se lo debo. Mi vida francamente sería triste sin su música.
Es difícil descifrar de dónde me nace tal afinidad. Quizá sea regresar a mi niñez y recordar episodios felices.
Sólo sé que cuando escucho Flight To Neverland, que escribió para Hook, mi alma se regocija.
A John Williams le estoy agradecido entonces por hacerme de un corazón vivo, capaz de sentir, de vibrar.
A John Williams le estoy agradecido por hacer de la música un placer incontenible.
A él le estoy agradecido por hacerme sentir pleno cuando una orquesta vuela con Harry Potter y un partido de Quiddicht, se estremece con Anakin y el duelo con Obi-Wan.
A él le agradezco reproducir el sonido de una imprenta y las teclas de una máquina de escribir o computadora.
Me hace pensar que este oficio, el de periodista, no está tan alejado de mis sueños de la niñez: que en cada idea que se plasma en el papel hay compás y ritmo.
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