En México están en riesgo la democracia, la soberanía y el equilibrio de poderes, aseguran quienes integran Futuro 21, la nueva estrategia de la oposición para ganar peso electoral.
Con miras en las elecciones de 2021, donde se renuevan gubernaturas y diputaciones federales, este grupo político acarrea entre sus filas a José Narro, quien recientemente renunció al PRI tras fungir como secretario de Salud en el sexenio de Enrique Peña Nieto.
Además, también concentra a Gabriel Quadri, candidato presidencial por Nueva Alianza en 2012, a Beatriz Pagés, a Jesús Ortega y Jesús Zambrano, del PRD, a Fernando Belaunzarán, entre otros.
Ante el inminente desmantelamiento del sol azteca, Futuro 21 aparece como la alternativa a sus residuos, si bien completamente alejado del espíritu político que le dio vida a ese partido en 1989.
El PRD nació como una alternativa de izquierda tras el llamado fraude electoral de 1988, donde la percepción ciudadana fue que Cuauhtémoc Cárdenas ganó la elección; sin embargo, se impuso el candidato del sistema, Carlos Salinas de Gortari.
A 30 años de ese suceso, el PRD fue deslavando sus ideales políticos, convirtiéndose en un administrador de la pobreza en alcaldías como la de Coyoacán, y en un aliado funcional de sus rivales históricos, como el PRI o el PAN.
En su primera asamblea general, celebrada ayer 24 de agosto, el eje fundamental de las críticas de Futuro 21 tuvo nombre y apellido: Andrés Manuel López Obrador.
México enfrenta una regresión autoritaria al pasado, aseguró en su intervención Gabriel Quadri, por ejemplo, quien ha dicho que los estados del sureste mexicano (Chiapas, Oaxaca, Guerrero, Tabasco) merman las posibilidades de desarrollo del país.
«Nos estamos dando cuenta cómo las democracias pueden morir a manos del populismo en contra del interés nacional, que acosa a sus críticos y a quienes disienten», señaló.
Entre quienes mostraron su respaldo también apareció el gobernador de Michoacán, el perredista Silvano Aureoles, Guadalupe Acosta Naranjo y Nora Arias.
Serán los electores quienes en dos años decidan en las urnas qué relevancia representativa le otorgan a esta oferta política.
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