Grupo México, cuyo dueño es el empresario controvertido Germán Larrea, vuelve a estar en el ojo del huracán luego de que el 9 de julio por un «accidente” la firma derramó más de 3 mil litros de ácido sulfúrico en el Mar de Cortés.
De acuerdo con autoridades portuarias de Guaymas, Sonora, el derrame se suscitó cuando falló la apertura y cierre de válvulas mientras se abastecía un buque con el líquido.
La Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa) investiga para determinar si el derrame ocasionó daños ambientales y debe tener una respuesta estos días.
En su conferencia matutina, el presidente Andrés Manuel López Obrador informó que la Secretaría del Medio Ambiente (Semarnat) atenderá el caso y, en su momento, deslindara responsabilidades.
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Contaminar es costumbre
Como este caso, Grupo México acumula varios en los que la principal acusación es el daño ambiental y la poca reacción de las autoridades para castigar a la firma.
Quizá uno de los casos más sonados haya sido el derrame de residuos tóxicos sobre el Río Sonora en agosto de 2014.
La mina Buenavista del Cobre, una de las más grandes del mundo, vertió 40 mil metros cúbicos de sulfato de cobre en el caudal del río.
El accidente, calificado como el peor desastre ambiental minero en el país, dejó al menos 22 mil personas afectadas y sin agua al menos a 24 comunidades.
El gobierno mexicano, encabezado entonces por el priista Enrique Peña Nieto, sólo multó a la firma con 150 millones de pesos y el compromiso de crear 36 plantas potabilizadoras. A la fecha sólo funcionan nueve.
Tal ha sido el desaseo de los gobiernos de Guillermo Padrés y Claudia Pavlovich en Sonora que no se tiene certeza si el fideicomiso para apoyar a las comunidades del estado afectadas se ha entregado en su totalidad.
Pero este no es el único escándalo que Grupo México ha sorteado. En 2006, una explosión en la mina de Pasta de Conchos, en Coahuila, dejó 65 mineros atrapados. Sus cuerpos nunca pudieron ser rescatados.
El presidente López Obrador emplazó a la minera a coadyuvar en una misión de rescate tras el “olvido” de su responsabilidad durante los últimos 13 años.
Alcances internacionales
La corrupción internacional tampoco es un tema ajeno para Grupo México, pues enfrenta diversos señalamientos en España y Perú por malos manejos.
En el país europeo, Grupo México y Magtel fueron acusadas de adjudicarse la mina de Aznalcóllar, cerrada por un accidente ambiental desde 1998, sin haber cumplido los requisitos de concesión.
Por dicha acusación, la reapertura de la mina fue suspendida.
Opositores a la empresa de Germán Larrea advierten que se publicó la adjudicación de la mina tan sólo nueve días después de que finalizara la primera fase y que el proceso no fue transparente.
A pesar de que Grupo México obtuvo en España las mejores puntuaciones para la licitación en el aspecto económico, es la peor calificada en cuanto a sus planes de cuidado ambiental, lo que en el caso de Aznalcóllar es uno de los factores más importantes a cuidar.
En Perú, Grupo México tuvo que sortear el cierre de una mina de cobre de mil 400 millones de dólares.
La filial tomó la decisión ante la presión que ejercieron los pobladores de Cocachacra, quienes alegan que la mina de cobre representa un daño ecológico irreversible.
El pueblo, donde además se ubica el proyecto de Southern Copper, es una comunidad rural. Sus habitantes aseguran que el proyecto minero contaminará el abastecimiento de agua, del que dependen sus granjas locales.
Expresaron que la inversión y el flujo de dinero que llegará a la región sepultará el tranquilo estilo de vida rural de Cocachacra.
Las protestas desembocaron en una fuerte escalada de violencia que dejó al menos tres muertos.
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