En estos días, las mesas de análisis y columnas de opinión han girado en torno a los siete meses de gobierno, so pretexto de la celebración del año de la victoria de Andrés Manuel López Obrador. La mayoría de los que han discutido al respecto se han centrado en si ha hecho bien las cosas o si, en su defecto, lo ha hecho todo mal. Algunos pretenden ser medianamente objetivos y señalan aciertos y errores, mientras que otros llaman a que rectifique de una vez varias de sus decisiones.
Personalmente, en casi todas las discusiones he echado en falta la intención genuina de entender al presidente y las circunstancias de su gobierno. Casi todos opinan qué se debería estar haciendo y qué no, pero pocos están centrados en explicar el porqué de sus decisiones en este inicio de gestión. En este texto no pienso decir que yo sí sé por qué se ejecuta una u otra política. Más bien pretendo desarrollar algunas ideas que ayuden a entender el proceso en el que estamos para ampliar la discusión. Por cuestión de espacio tocaré tres puntos específicos.
1. Desmantelando y construyendo
Estos primeros meses de gobierno han sido de desmantelamiento y de construcción de los pilares que el presidente considera necesarios para edificar la Cuarta Transformación. El desmantelamiento ha consistido en cambiar la relación con el poder económico, controlar casi cada centavo que se gasta, echar para atrás la reforma educativa, cambiar la conversación pública y ejecutar políticas simbólicas: cancelar el NAIM, abrir Los Pinos y poner en venta el avión presidencial.
Los pilares que se han establecido son cuatro: la Guardia Nacional, la austeridad republicana, el rescate de Pemex y los programas sociales. Todos ellos cimentados en la lucha contra la corrupción, prioridad para el presidente. Se puede estar de acuerdo o no con estos temas, pero cada uno responde a objetivos específicos: seguridad, sacar de la pobreza a miles de personas, financiar el gasto y el rescate de la industria petrolera. No hay improvisación. Si le tomamos la palabra al presidente, para el año de gobierno estos pilares serán suficientes para empezar a hablar de que ya comienza un cambio de régimen.
2. Mucha prisa
En estos meses el gobierno ha ido corriendo mientras se amarra las agujetas. Quiere hacer tantas cosas en tan poco tiempo que en ciertos momentos se ha visto atrabancado. Si algo ha mostrado el gabinete presidencial es que no todos le siguen el ritmo al presidente, que trabaja desde muy temprano y pretende que ejecuten rápido y bien cada una de sus decisiones.
Esto también sucede en otros niveles de la administración pública en donde, a veces por inexperiencia y otras por falta de criterio, se han cometido errores que hacen ver al gobierno como improvisado o injusto —como con el tema de los recortes. Sin duda uno de los retos más importantes de los próximos meses es cómo el gobierno logra conciliar el ritmo frenético con la eficiencia y el tejido fino para realizar el control del gasto. Quizás una opción sea realizar cambios en el gabinete para operar mejor.
3. Fuerzas regresivas y progresivas
Me da la impresión de que en este tiempo se ha atendido poco a las disputas al interior de la coalición gobernante. Ante la falta de oposición política, pareciera que los jaloneos más intensos se han dado desde el mismo gobierno. Un ejemplo de esto fue la renuncia de Germán Martínez al IMSS, después de denunciar imposiciones “neoliberales” desde Hacienda.
Al respecto pienso que hay dos tipos de fuerzas al interior de la coalición: unas regresivas y otras progresivas. Las primeras se caracterizan por hacer de la Cuarta Transformación una suerte de neoliberalismo soft. En contraste, las segundas pretenden que ésta sea cada vez más de izquierda, haciendo sobre todo énfasis en las funciones públicas del Estado. El cambio de modalidad o el viraje por completo del régimen dependerá en gran medida del resultado de esta tensión.
Sin duda quedaron muchos temas en el tintero. Ojalá que pronto haya más trabajos que antes de recetar intenten explicar las acciones del gobierno. Así podremos tener un mejor panorama y tendremos certezas para debatir públicamente. Estoy seguro de que caminamos hacia un nuevo país, pero antes de intentar adivinar cómo será, sería bueno que viéramos el camino que estamos pisando.
Hugo Garciamarín. Politólogo por la UNAM
y la Universidad de Salamanca. Analista político
y profesor en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales,
UNAM.
Twitter: @hgarciamarin