El presidente Andrés Manuel López Obrador realizó lo que, para muchos, era el trabajo sucio en temas migratorios para el gobierno de Donald Trump: ayudó a erigir un muro invisible, y redujo el cruce de indocumentados hacia los Estados Unidos.
El presidente Trump presionó directa y públicamente a México para lograr ese objetivo que, de entrada, es un gran triunfo para la campaña de reelección del republicano. A cambio, los productos mexicanos no tendrán un impuesto adicional… por ahora.
Esta semana el Departamento de Seguridad Nacional (DHS, por sus siglas en inglés) dará a conocer las cifras actualizadas de detenciones en la frontera con México, el indicador más importante sobre el cruce de indocumentados. Se espera que la baja sea significativa en comparación con mayo, cuando el canciller Marcelo Ebrard firmó el acuerdo con autoridades estadounidenses, que sería evaluado en 90 días. Ese momento llegó.
Los datos revelan que el despliegue de la Guardia Nacional en las dos fronteras mexicanas, además del aumento en deportaciones, así como la entrega de visas humanitarias, han reducido el cruce hacia el vecino país del norte.
El DHS reporta que las detenciones de inmigrantes pasaron de 144 mil 266 en mayo a 104 mil 367 en junio y a 82 mil 49 en julio. La cifra de agosto se dará a conocer en estos días, pero se espera una reducción adicional, aunque se desconoce si alcance las 60 mil 786 detenciones al inicio del año fiscal 2019 (este periodo en Estados Unidos corre de octubre a septiembre). Es decir, por ahora la baja es de ¡más del 40 por ciento!
En este escenario, el presidente López Obrador tiene una gran oportunidad para presionar sobre dos temas clave para México, en voz del canciller Ebrard: las inversiones en Centroamérica para el Plan Integral de Desarrollo y la aprobación en el congreso del Tratado México-Estados Unidos-Canadá (T-MEC).
Aunque en diciembre pasado el gobierno de Trump afirmó que impulsaría el Plan, hasta ahora no ha dado pasos contundentes para ello. Eso sí, el secretario de Estado, Mike Pompeo, mantiene reuniones por separado con mandatarios de El Salvador, Guatemala y Honduras, donde presiona por acuerdos migratorios y promete inversiones, pero nada conectado directamente con el proyecto de López Obrador.
Es momento para que el canciller Ebrard haga hincapié sobre la promesa de una cumbre de negocios —programada para el primer cuatrimestre de 2019— que la administración Trump hizo el 18 de diciembre de 2018. El Departamento de Estado afirma que hay reuniones con las partes, pero nada sobre esa cumbre. La participación expresa y directa de EU en el plan de López Obrador es crucial para su avance. El mandatario mexicano necesita ser reconocido por su homólogo estadounidense como el impulsor de un proyecto de desarrollo en el Triángulo Norte.
También es momento de que el congreso de EU apruebe el T-MEC. Aunque ha habido presión del presidente Trump, la realidad es que las malas relaciones con los demócratas han detenido ese proceso. Ebrard necesita mirar hacia esos aliados olvidados.
El reconocimiento de la reducción de inmigrantes indocumentados y la aprobación del T-MEC serían dos logros que López Obrador necesita —y con urgencia—, sobre todo porque el mandatario mexicano ha declinado tener presencia internacional en las cumbres más importantes, como el G-20 y en la próxima Asamblea General de Naciones Unidas. Sí, México necesita a su presidente atendiendo problemas nacionales, como él afirma, pero debe entender que el país también requiere a un líder dando la cara al mundo en momentos clave.
Jesús García. Periodista de El Diario NY (eldiariony.com), exeditor de Reforma, y exbecario de ICJF, WSJ y el Instituto de las Américas y excolaborador de El Financiero.
Twitter: @jesusgar
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