Recuerdo el caso de un enfermo mental que estaba preso en una penitencería estatal en Baja California. La cárcel estaba dirigida por un funcionario que murió asesinado muchos años después. Esta persona, que en paz descanse, llegó a contar que el enfermo era tratado dlv por su compañero de celda, un bato muy cagapalos. No lo violaba porque en ese tiempo entre los presos se habían prohibido las violaciones después de tanto abuso a inocentes acusados de ser pedófilos.
Un día el enfermo mental se vengó decapitando a su bully con un alambre. No se dieron cuenta los guardias al instante porque el enfermo, después de cortarle la cabeza, siguió platicando con su compañero de celda durante horas. Otro güey más loco lo mató en Tamaulipas, a donde lo transfirieron.
Las cárceles federales gringas son muy diferentes a las mexicanas.
Tengo dos buenos amigos que estuvieron en el bote al otro lado. Ambos en cárceles federales de alta seguridad. Uno, el más ruco, estuvo preso 20 años. El otro, menos tiempo. Aclaro que los dos son mexicanos y ya enderezaron su camino.
Les pregunté cómo era vivir en una prisión gabacha. Uno me dijo que era como una guardería. El otro me dijo que era como un retiro. ¿Y cuáles son sus mejores consejos para sobrevivir? Los resumo en cinco puntos:
1.- Camina con los paisas. Juntarte con la raza determina tu supervivencia. Los paisas, o sea los hispanos, integran más de la tercera parte de la población penitenciaria. Y están en pique con los negros, que son mayoría. Presentarte con el mero mero de los tuyos es lo primero que debes hacer. La cárcel es un micromundo de prejuicios raciales.
2.- Busca a los plebes oriundos de donde eres. Cuando llegues te van a regalar artículos de higiene personal. Los guardias te ayudan a ubicarlos desde el primer día en el bote. Pero el que hayan nacido en donde mismo no los convierte en tus mejores amigos. De hecho, si te pasas de verga tu misma gente es la que te va alinear (ver el punto 4).
3.- Si tienes feria, aprovéchala. Hasta 500 dólares se te permiten recibir de afuera. Si los tienes, destina 300 a comida, 150 a llamadas de teléfono y 50 a cosas robadas que se trafican entre los internos. El menú es el mismo en todas las cárceles: lunes hotdogs, martes empanada, miércoles hamburguesa (de soya), jueves pollo y viernes pescado frito. Un pedazo de carne robado puede ser tu única alegría. También se mueve contrabando desde fuera: mota que llega metida en el culo de los recién llegados. Una vez lograron meter un celular de los chiquitos.
4.- Mantén la boca cerrada. Si afuera eras un bato con power, no necesariamente lo serás adentro. La ociosidad hace que muchos presuman de haber hecho tal o cual cosa, de pertenecer a x o y ganga o cártel, aun cuando no sea cierto. A eso se le llama manguerear y siempre habrá quien te desmienta a chingadazos. O pon tú que sea cierto: nunca falta algún trepado que se vaya en el trip y te quiebre por ser su contra. “Todos dicen mentiras”, me dijo uno de mis compas, “pero la verdad siempre gana”.
5.- Obedece. Pon tú que te toca trabajar en la cocina. Toca levantarse a las 5 de la mañana. Cuando sirves en la línea, ves tragar a todo el edificio. Comes de volada, antes de lavar platos. Entra el segundo turno. Te vas a descansar. Si te ordenan (el guardia, el empleado) que te quedes a limpiar las mesas, haz caso. En la cárcel todos son potenciales enemigos. Sé puntual y viste tu uniforme a la hora de las cuentas (tres veces al día). Lo demás es ver tele, leer, jugar dominó y, si la cárcel es grande, echarte una cascarita.
La cárcel no te reforma, coincidieron mis camaradas. Uno me dijo: “Si enderecé el camino fue por miedo a ser encerrado otra vez”. Un saludo pa mi pariente y a todo el camarón con pulpo.
Juan Carlos Reyna. Escritor, músico y productor de contenidos mexicano.
Su libro más reciente es El Extraditado, basado en sus conversaciones
con el fundador del Cártel de Tijuana. Es productor periodístico
de Confesiones de un sicario, nominado a los premios Emmy,
e investigador de la primera temporada de Narcos México, de Netflix.
Como músico fue colaborador durante una década del Colectivo Nortec.
@juancarlosreyn_