En los últimos siete años, marcas de ropa nacionales y extranjeras han sido señaladas por plagiar los diseños de comunidades indígenas de Oaxaca, Hidalgo y Chiapas.
Marcas como Nike, Zara, Louis Vuitton, Carolina Herrera, Mango, Desigual, Dior y hasta la mexicana Pineda Covalin, se han apropiado del arte de las comunidades en sus colecciones o productos “exclusivos”.
Ante el plagio, la Secretaría de Cultura federal, a cargo de Alejandra Frausto, encaró al sello francés Louis Vuitton por exhibir una silla de lujo con motivos identitarios del arte de Tenango de Doria, municipio de Hidalgo.
El artículo de lujo que generó la polémica pertenece a la colección Dolls by Raw Edges y cuesta 14 mil euros, de acuerdo con el sitio de Louis Vuitton: más de 300 mil pesos mexicanos.
Alejandra Frausto cuestionó a las oficinas en México de la marca acerca de «si los diseñadores colaboraron con la comunidad indígena» que ha desarrollado esos motivos artísticos.
Louis Vuitton respondió que «trabaja de cerca con los artesanos mediante diálogos con los artistas», quienes no sólo detentan el patrimonio moral e histórico de esas expresiones artísticas, sino también su registro ante la ley.
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Además, El Universal dio a conocer que Louis Vuitton sí adquirió los lienzos utilizados en sus sillas directamente con los artesanos de Hidalgo, o así lo declaró Kenia Montiel Pimentel, a cargo de la Subsecretaría de Participación Social y Fomento artesanal de la Secretaría de Desarrollo Social del estado.
Tensiones culturales
Pero, ¿por qué importa esta relación cultural entre una marca de impacto en el mercado y la identidad cultural de una comunidad de origen nahua?
En el conflicto cabe la reflexión sobre las relaciones de poder entre un grupo y otro: dado que Louis Vuitton pretende obtener millones mediante la venta de esos muebles, ¿qué beneficios obtienen de la misma los creadores de esas criaturas de color que recuerdan al pavorreal, la flor, el armadillo, el gallo y rasgos de la cosmovisión otomí?
Frausto ha asegurado que su gestión busca la protección del patrimonio cultural que se genera en los sectores marginados del país y que construye lazos de identidad. De ahí su interpelación a la marca.
Una no es ninguna
La controversia que ahora ocupa a la comunidad indígena de Tenango de Doria no es la primera.
En el 2016, Nestlé utilizó diseños de los llamados tenangos para ilustrar tazas que empaquetaban un chocolate. La empresa argumentó que su intención era promover el arte mexicano, y negó plagio.
En 2017 Mango, marca de ropa de España, puso a la venta un suéter de mujer también con estampados de Tenango de Doria. Ante la polémica, la marca retiró el diseño de su inventario físico y digital.
La marca Carolina Herrera también fueron acusados de plagio por la colección Resort 2020, inspirada en la “riqueza cultural mexicana”.
La marca Nike también fue señalada por usar diseños icónicos en sus “ojos de dios”, unos tenis con venados azules. En tanto, la española Zara y hasta la mexicana Pineda Covalín han reproducido brocados tradicionales de comunidades indígenas.
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Ley contra el robo
En el Senado de la República, el coordinador de la bancada de Morena, Ricardo Monreal, anunció que se legislará para proteger las creaciones de artistas indígenas.
Sin embargo, el presidente de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH), Luis Raúl González, advirtió que, ante el vacío legal, continuarán los plagios.
