Si la política internacional es un juego de mesa, entonces existen muchos tableros simultáneos. Uno de los más famosos y con mayor misticismo es el Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas (CSONU), el órgano de decisiones políticas más importante en materia de paz y seguridad internacionales, y cuyas decisiones son jurídicamente vinculantes. Está conformado por cinco miembros permanentes y diez no permanentes, con membresías bienales.
Recientemente México recibió el apoyo y espaldarazo unánime del bloque de países latinoamericanos y caribeños para ser miembro no permanente del CSONU durante el bienio 2021-2022. Ante una crítica fácil de ostracismo en política exterior, éste es un mensaje positivo para aquellos que queremos ver más México en el mundo.
Siguiendo la doctrina Tello de política exterior, hay tres argumentos generales en contra de la participación de México en el CSONU: 1) Los temas que se discuten en el CSONU son irrelevantes para el país; 2) México no puede ni debe ser “candil de la calle, oscuridad de su casa”; 3) Se abre un frente innecesario con Estados Unidos. Van respuestas:
1) Un CSONU con México es mejor que uno sin México. Sí, México tomará decisiones y se pronunciará en temas que tradicionalmente están fuera del debate nacional. Si queremos influir en el mundo, debemos estar listo para asumir mayores retos y responsabilidades.
2) Si bien México tiene muchos problemas internos, ésta es una oportunidad de oro para que la administración promueva su visión en un escenario global. Además de la internacionalización del país, tras el fuerte volantazo a la derecha en América Latina quedó un vacío de izquierda legítimamente electa que México puede aprovechar y utilizar como balance en el péndulo de la política internacional. Una actuación responsable de México sería una bocanada de aire fresco ante una política internacional que impulsa muros, aislacionismo, miedo y xenofobia.
3) No hay garantía de que Trump se mantenga en la Casa Blanca durante el 2021-2022. Evidentemente los miembros permanentes intentan utilizar músculo diplomático a su favor—por ejemplo, recientemente Estados Unidos buscó una resolución a su favor en el CSONU tras una disputa internacional con Irán—. Aunque sea nuestra relación bilateral más importante, México no debe dejar que su política exterior sea definida ante la amenaza de un problema multilateral inexistente con Estados Unidos.
Las candidaturas al CSONU se presentan con muchos años de anticipación. Es un tema que trasciende sexenios y administraciones. Ante el canto de la sirenas del aislacionismo, la 4T realizó una lectura adecuada de política exterior y decidió mantenerla e impulsar la candidatura.
Finalmente, la Misión de México ante la ONU tiene un equipo diplomático estelar, forjado en la política multilateral que aprendió las lecciones de las últimas membresías no permanentes en el CSONU (2002-03 y 2009-10).
En el juego de mesa del CSONU, México hizo una primera movida inteligente y estratégica.
Luis Mingo. Internacionalista por la UIA con posgrados en LSE y Fudan University.
En Cancillería trabajé en la Subsecretaría para Asuntos Multilaterales
y Derechos Humanos, la Dirección General de Comunicación Social
y el Consulado de México en Seattle.