Para poder hacerle frente a sus expectativas, la Cuarta Transformación debe ser la Transformación de la Administración Pública. No se trata sólo de desmantelar al Estado anterior, sino de construir un nuevo Estado Popular que produzca bienestar para la gente.
El presidente aprovechó el primer aniversario de la victoria electoral para presentar, precisamente, los primeros resultados de su gobierno. Habría que ser muy obtuso para negar que son buenas noticias: una deuda pública estable con los mismos impuestos; una baja en la inflación comparada con el mismo periodo del año pasado; un aumento del 4.5% en la recaudación; un ahorro de 5 millones de pesos mensuales por la eliminación de prebendas a los expresidentes, y otro de 10 mil millones de pesos por eliminación de atención médica privada y cajas de atención especial; un aumento del 7% en la inversión extranjera directa; la eliminación en un 94% del huachicol; el monto más alto de remesas en la historia; un aumento en las reservas; un índice de 110 puntos en el índice de confianza del consumidor; el peso como la moneda más fortalecida en el mundo frente al dólar; incrementos del 9% en las exportaciones, y un largo etcétera.
Buen inicio de gobierno, ¡qué duda cabe! Sin embargo, estos elementos se consiguieron mediante una nueva forma de administrar lo ya existente. Faltan transformaciones profundas al Estado que permitan ampliar estos resultados y conseguirlos también en materias tan complicadas como la seguridad y el combate a la corrupción.
Al respecto, me parece que el presidente tendrá que aprovechar las estructuras del Sistema Nacional Anticorrupción, que aún no se encuentra operando al 100% de su capacidad prevista. Esta herramienta descentralizada puede ser decisiva frente a un problema tan evasivo. Las escaleras se barren de arriba para abajo; pero nunca sobra tener buenas escobas y un equipo lo suficientemente grande y sofisticado como para barrerlas todas.
En cuanto a la seguridad, el presidente se ha decantado por la Guardia Nacional como herramienta principal. No soy partidario de esta clase de medidas porque no veo cómo la militarización puede funcionar ahora, cuando no ha funcionado antes. Además, hacer uso del ejército para medidas de seguridad interior tiene un costo de oportunidad que es ignorar, o en el mejor de los casos no priorizar, al fortalecimiento de la administración pública y sus policías. Sin embargo, creo que el presidente es consciente de la complejidad de un problema que ha azotado al país demasiado tiempo, y debemos esperar a ver resultados antes de emitir un juicio contundente.
El famoso paso del neoliberalismo al postneoliberalismo se cristaliza con la construcción de un Estado Popular que transforme a la administración pública en una máquina eficiente de producción de bienestar. Para ello, necesitaremos más resultados, y esos vendrán con un ejército de administradores y administradoras públicas que recuerden que la técnica siempre debe estar al servicio de la patria.
Mercurio Cadena. Abogado administrativista
especializado en administración de proyectos públicos.
Twitter: @hache_g