Hace unas semanas el secretario de Relaciones Exteriores y después el presidente de la República expresaron su opinión acerca de las narcoseries. Dicen que este tipo de producciones proyectan una mala imagen de México en el extranjero, que se idealiza la vida de estos delincuentes y que terminan siendo modelos aspiracionales.
La neta no: el Hombre Araña tuvo gran éxito, se volvió un modelo de héroe para muchos y ninguno se puso un traje y madreó delincuentes. Con Duro de matar nadie fue a perseguir terroristas descalzo y con una escuadra, los mismo con Deadpool, Kill Bill (no hubo asesinatos masivos de Memos), Perros de Reserva, etcétera. Y es que lo que muestra la ficción no se emula así tan fácil ni tan directo, ¡pues si la gente no es idiota!
El problema es que los jóvenes ven a su tío metido de narco, al policía metido de secuestrador, a la maestra asesinando enemigos sindicales, a la secretaria de Estado robando millones para su partido, al expresidente sembrando mota (mmm, tal vez no está tan mal) o a otros matando gente en guerras de legitimización. Y ¿qué creen? Que no pasa nada.
Se meten de narcos porque es fácil y no pasa nada, porque los modelos aspiracionales negativos están en la calle, en la casa, en las noticias, en el club de industriales y no pasa absolutamente nada. Es más, revistas de chismes de la “Gente Bonita y Bien” les dedican portadas y hasta nos dicen qué está in y qué está out.
Este país fue desmantelado desde hace décadas por un modelo económico que, si bien aumentó la producción de riqueza, la concentró en diez familias que se quedaron todo, sin pagar impuestos y brindando salarios de hambre.
La movilidad social es nula, a mi familia le tomó tres generaciones —casi cien años— pasar de la clase baja a la clase media. El narco ofrece la promesa de hacerlo de tres a cinco años; y, más importante aún, el narco ofrece respetabilidad y poder. Dirán: “¿Pero cuánto les va a durar? Al rato llega otro y los mata”. Y lo irónico es que quien les haga pagar por sus crímenes no será el poder judicial, sino otro narco: hasta la justicia la procuran ellos. La impunidad mata.
¿Que gente bella los interpreta y que acceden a lujos inimaginables en las series? Pues ese negocio es el que más dinero mueve en el mundo, así que sí, tienen lujos inimaginables y todo el dinero para embellecerse, relacionarse con gente físicamente hermosa y casarse con la “Gente Bonita y Bien”.
Vamos, el primer narcoestado fue el imperio británico y el primer cártel la Compañía Británica de las Indias Orientales. ¿La primer narcoguerra?: la Guerra del Opio.
El problema no está en la tele, amigos; el problema está en la pinche realidad y por lo menos estamos hablando de ella sin tapujos, porque el arte sirve para hablar de lo que nos duele y extirpar demonios, para hacer preguntas, no para dar respuestas.
¿Cambiar la narrativa?
Por supuesto, señor presidente, queremos cambiar la narrativa, por eso votamos por usted.