En mi experiencia, uno de los grupos de personas incomprendidos en México son los y las “Dreamers”, quienes fueron beneficiadas por el programa DACA en Estados Unidos—“Deferred Action for Childhood Arrivals” por las condiciones en las que migraron y como resultado de una orden ejecutiva firmado por el presidente Obama en 2012.
La narrativa romantizada es algo así: Niños y niñas que no eligieron salir de su país de origen. Migraron con su familia cuando eran menores de edad y tienen “valores” estadounidenses. No nacieron, pero sí crecieron en EEUU. Estudian o tienen un trabajo. Carecen de antecedentes penales. Pagan impuestos y contribuyen positivamente a la sociedad. Para salir de la sombra de vivir en condiciones indocumentadas y tener acceso a ciertos “privilegios” (como continuar con la educación u obtener un trabajo legal), cedieron de manera voluntaria su información migratoria con el gobierno estadounidense bajo la promesa que no serían el objetivo prioritario de deportación.
Aproximadamente 700.000 personas son beneficiadas por este programa (¡casi la población de Colima!). Alrededor de 560,000 nacieron en México. En promedio, los y las “Dreamers” han vivido más de 20 años en EEUU.
Hay un elemento clave en el nombre que suele pasar desapercibido: “Acción Diferida”. En una sobresimplificación, las y los “Dreamers” no están exentas de ser deportadas, sino que son la última prioridad en la lista del gobierno de EEUU. Durante el primer lustro del programa parecía entenderse que nunca serían implementadas medidas en su contra. Eso cambió cuando la actual administración intentó restringir DACA, traicionando el sentido original de la orden ejecutiva.
Durante las próximas semanas DACA estará sobre la mesa de discusión, ya que será motivo de discusiones en la Suprema Corte de Justicia EEUU. La administración Trump busca mantener restricciones en el programa, argumentando que una medida migratoria no debería ser tomada de manera unilateral, sino a través de acciones legislativas. El solo hecho de llevar una medida popular (83% según Gallup en 2018) a la Suprema Corte habla de la intención de cómo “enfrentar” a la migración a través de las instituciones.
Las y los “Dreamers” tienen mucho respaldo, tanto privado como público. Éstas incluyen a la Universidad de Stanford, el CEO de Apple y hasta el gobierno de México. Nuestro gobierno presentó un escrito “Amigo de la Corte” ante la Suprema Corte de EEUU, posicionándose a favor de “Dreamers” permaneciendo en EEUU.
La disyuntiva es particular. Imaginemos el “peor escenario posible”, en el cual se da por terminado el programa DACA y 600,000 personas nacidas en México fueran sujetas a medidas migratorias. ¿Cómo haría nuestro país para recibir tantas personas que, en muchos casos, no se sienten identificadas con el país que aparece en su acta de nacimiento, sino aquél en su certificado de estudios? Ojalá que los sueños de los “Dreamers” no se conviertan en pesadillas.
Luis Mingo. Internacionalista por la UIA con posgrados en LSE y Fudan University. En cancillería trabajé en la Subsecretaría para Asuntos Multilaterales y Derechos Humanos, la Dirección General de Comunicación Social y el Consulado de México en Seattle.
@Luis_Mingo_
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