El grito de independencia siempre ha sido una celebración emblemática de México, pero sobre todo es una fiesta patria que nos recuerda uno de los procesos más importantes de nuestra nación: el inicio de la lucha por su emancipación.
Desde hacía tiempo que aquella historia iniciada en Dolores Hidalgo, Guanajuato, se contaba menos y su recuerdo resultaba más una eventualidad opacada bajo el caché con que el gobierno se desplegaba como una repetición sin fondo. El neoliberalismo y su auge se han caracterizado por borrar gran parte de la historia de las naciones para anclarlas a una lógica que responde más a los intereses mundiales y económicos que a los valores sociales, culturales e históricos de países, estados y comunidades.
Como cualquier tradición, las ceremonias forman parte de las costumbres culturales con las que recordamos nuestra historia, honramos a nuestras heroínas patrias o ancestras; con lo que sencillamente le damos vigencia y sentido al presente y su acontecer. Es tal vez por ello tan importante hacer celebraciones de este tipo para un país: porque hace vigente la trayectoria del mismo, le dibuja con mayor claridad el camino de atrás y el que se intenta forjar al futuro, consolida memoria viva.
Este año la celebración de independencia se ha suscitado en un contexto completamente diferente al de ocasiones pasadas. Y con ello no me refiero únicamente al momento de transformación política que vive el país, sino a la épica histórica que Andrés Manuel López Obrador, un líder social, ha logrado instaurar en la vida pública y sus asuntos.
Dos puntos importantes se han instaurado en esta épica, con los cuales se ha engranado un nuevo relato de nuestra nación y su desarrollo. Son: 1) el anuncio del fin del neoliberalismo, con el que se dio por terminada la política de construir un estado-nación dentro de la lógica del empobrecimiento y la corrupción que por años habían promovido nuestros gobernantes; y 2) el llamado a un proceso de cambio social, cultural y político del país: la llamada cuarta transformación, que invita a todas y todos los mexicanos a formar parte de un proceso histórico que promete cristalizar los anhelos de un pueblo por forjar una patria justa.
En estos puntos esenciales se ha trenzado la ceremonia de aniversario de los 209 años de inicio de la lucha por la independencia de México. De tal manera que el hecho histórico se volvió más vigente que nunca, nos hizo parte de él, especialmente por el recuento histórico transmitido por cadena nacional, con un relato especial sobre la historia del país, pero sobre todo porque había un proceso de memoria que AMLO logró construir desde tiempo atrás y que se asomó en los vivas gritados desde el balcón presidencial, en conmemoración de nuestros héroes y heroínas patrias, pero sobre todo de aquellos que formaron y forman parte de la consolidación diversa de nuestro país y de su transformación.
Con todo esto, el recuerdo montado en la épica de nuestras luchas y transformaciones, se pudieron hacer vigentes los alcances de una ceremonia que revela las tradiciones y luchas de nuestro pueblo, un pueblo combativo y de justicia, de incansables anhelos de libertad, democracia e igualdad. La cuarta transformación ha montado una épica de cambio histórico que nos ha hecho recordar que la lucha de nuestro pueblo tienen un bagaje común y que las ceremonias patrias logran darle sentido a los esfuerzos de todas y todos por lograr construir aquella patria que queremos.
Sofía Lameiro. Licenciada en Ciencias Políticas y Gestión Pública por la Universidad de Guadalajara, militante de Morena, participó en la organización de la estructura de defensa del voto, colaboró en la Red por la Paridad y la Igualdad en el estado de Jalisco y ahora es Servidora de la Nación en Guadalajara, Jalisco.
@sofianosabia
Otros textos de la autora: