Norma Piña, presidenta de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, quedó expuesta en el Congreso de la Asociación Mexicana de Impartidores de Justicia. Con evidente frustración, la ministra lamentó la ausencia de magistrados y jueces que, en años anteriores, la acompañaban y buscaban la foto oficial. Ahora, las sillas vacías son el eco de un mensaje contundente: su liderazgo ya no conecta ni con el Pueblo ni con el Poder Judicial.
Entre lágrimas y palabras resignadas, Piña afirmó: «Así es la naturaleza humana», intentando justificar el abandono que muchos ven como una respuesta al mandato del Pueblo, quien ha dejado claro que la justicia debe ser para todos, no para unos cuantos privilegiados.
La falta de apoyo a Piña pone en evidencia su desconexión con las verdaderas demandas ciudadanas. Mientras el Pueblo exige una justicia imparcial y cercana a las necesidades de México, la ministra parece haberse aislado en decisiones y posturas que solo generan distancia con quienes representa.
El mensaje es claro: el Pueblo ha hablado y quienes no se alineen con su voluntad están condenados a quedar en el olvido. Norma Piña, alguna vez símbolo de autoridad judicial, ahora enfrenta el costo de no reflejar los ideales y exigencias de la nación. ¿Será este el principio de un cambio en el Poder Judicial?