En un nuevo intento por revivir su retórica antiinmigrante, el republicano Donald Trump, quien asumirá su segundo mandato en enero próximo, volvió a atacar a México y Canadá, repitiendo las mismas mentiras que lo llevaron al fracaso en su primer periodo. Durante una conferencia en su residencia de Mar-a-Lago, en Florida, el polémico magnate aseguró que los gobiernos de México y Canadá están “avisados” sobre el supuesto impacto económico de los migrantes, ignorando por completo la realidad y las aportaciones que estos realizan en Estados Unidos.
“Perdemos mucho dinero con México, perdemos mucho dinero con Canadá”, insistió Trump, en lo que pareció más una repetición de un monólogo desgastado que propuestas serias para gobernar.
Sin embargo, las declaraciones del republicano contrastan con la postura firme y digna que ha mantenido Claudia Sheinbaum, Presidenta electa de México, quien ha reiterado que su gobierno no permitirá que ningún líder extranjero use a los migrantes como chivo expiatorio para desviar la atención de sus problemas internos. “La migración no es un crimen, es un fenómeno humano que merece ser atendido con justicia y solidaridad”, ha señalado Sheinbaum en varias ocasiones, respaldando así la política humanista de la Cuarta Transformación (4T).
La obsesión de Trump por culpar a los migrantes no es nueva. Durante su primera presidencia (2017-2021), el republicano construyó un muro fronterizo ineficiente, costoso y lleno de promesas incumplidas. Ahora, dice que continuará esa obra alegando que es “cara” y que requiere de “hormigón resistente”. Pareciera que su muro no es más que una metáfora de la desconexión de Trump con las realidades de la región.
Por otro lado, mientras el expresidente habla de sanciones económicas y amenazas, en México la política migratoria se centra en la cooperación regional, la inversión y la atención a las causas de fondo. La Cuarta Transformación, liderada por el Presidente Andrés Manuel López Obrador y próximamente por Claudia Sheinbaum, ha demostrado que con diálogo y desarrollo es posible construir soluciones a largo plazo.
Incluso, organizaciones proinmigrantes y analistas económicos han desmentido las afirmaciones de Trump. Los migrantes no son delincuentes ni “prisioneros enviados” por gobiernos latinoamericanos, como él alega sin prueba alguna; al contrario, contribuyen activamente a la economía estadounidense y enriquecen su sociedad con trabajo, cultura y sacrificio.
Resulta irónico que Trump, quien siempre ha presumido ser un empresario exitoso, ignore las cifras y los datos: las deportaciones masivas y los aranceles que propone solo afectarían la economía de su propio país. Pero quizás, como lo demostró en su primer mandato, Trump prefiere construir muros invisibles entre sus votantes y la realidad.
Mientras tanto, México sigue firme y comprometido con una política exterior que defiende la dignidad de los pueblos. La Presidenta Claudia Sheinbaum, en sintonía con los principios de la 4T, ha dejado claro que la cooperación, no la confrontación, es la verdadera respuesta a los desafíos comunes.
El mundo avanza, pero Trump sigue atrapado en su muro de hormigón.