Felipe Calderón vuelve a ser tendencia, y no precisamente por algún logro diplomático o intervención académica. Esta vez, las redes estallaron al difundirse imágenes suyas —chanclas incluidas— a bordo de un lujoso yate de la marca francesa Lagoon, una embarcación cuyo precio puede alcanzar los 4.9 millones de euros, es decir, más de 111 millones de pesos mexicanos.
La polémica no tardó en encenderse. El contraste entre la imagen del expresidente en altamar y los testimonios recientes que lo retrataban como un hombre de vida modesta, ha generado suspicacias. Basta recordar cuando su cercano colaborador Carlos Alazraki aseguró públicamente que Calderón vivía en un departamento modesto en Madrid, “como de la Roma o la Narvarte”, de apenas 62 metros cuadrados, y que sus ahorros estaban por agotarse.
“Anda en bicicleta, no tiene un quinto más lo que le dan las conferencias”, afirmó Alazraki durante una transmisión. Sin embargo, el yate que ahora se asocia a Calderón no parece corresponder con esa versión.
Según los portales especializados en la venta de embarcaciones de lujo, el modelo Lagoon que aparece en el video se encuentra en un rango de precio que va de 2 a 4.9 millones de euros, dependiendo de sus características. En el clip viral, también se observa a su esposa, la diputada Margarita Zavala, a bordo de la embarcación, justo en fechas donde se reportó su ausencia del Congreso.
Ahora bien, ¿de dónde podría salir ese dinero? Si tomamos en cuenta los reportes del sexenio pasado, Felipe Calderón habría recibido alrededor de 54 millones de pesos anuales en pensiones y beneficios como expresidente, una cifra que —si se mantuvo constante por algunos años— podría explicar la adquisición del yate, si es que la hizo.
Hasta ahora, ni Calderón ni Zavala han confirmado o desmentido la propiedad del yate. Pero el episodio deja sobre la mesa una pregunta válida: ¿se puede vivir austeramente, andar en bici y al mismo tiempo vacacionar en una embarcación de millones de euros?
Mientras no haya una aclaración oficial, las imágenes seguirán alimentando el debate público. Porque si algo ha demostrado la política mexicana es que la coherencia, muchas veces, no navega en el mismo barco que sus protagonistas.