El bloqueo impuesto por Israel en la Franja de Gaza impide que Naciones Unidas retire las municiones sin detonar dejadas tras los bombardeos, lo que mantiene a la población palestina en un peligro constante. La responsable de la ONU para el Desminado en los territorios ocupados, Anna Simonson, advirtió que Tel Aviv no ha permitido el ingreso del equipo necesario para desactivar los artefactos explosivos.

Desde 2023, las restricciones israelíes han limitado severamente el acceso de las misiones humanitarias. Aun así, los equipos del organismo han localizado más de 560 bombas no detonadas, un número alarmante considerando que sólo se ha podido ingresar a una parte del territorio. Cada resto de explosivo representa una amenaza mortal para los habitantes que buscan sobrevivir entre ruinas.

La tragedia quedó simbolizada en el caso de Yahya y Nabila, dos gemelos de seis años gravemente heridos tras confundir una mina con un juguete. “Era como un juguete”, relató su abuelo. Ambos niños fueron trasladados al hospital Al Shifa con heridas que ponen en riesgo sus vidas.

Mientras tanto, el ejército israelí continúa negando abusos y asegura que los cuerpos devueltos a Gaza son de combatientes, pese a testimonios de familiares que han recibido cadáveres con signos de tortura. A la par, colonos israelíes intensifican ataques en Cisjordania, impidiendo a agricultores palestinos cosechar sus tierras y profundizando el castigo colectivo contra la población civil.

El bloqueo de Israel no solo impide la ayuda humanitaria, sino también la desactivación de las bombas que su propio ejército dejó atrás, prolongando la violencia y el sufrimiento de un pueblo que vive entre ruinas y miedo.