Covid-19: distintas maneras de abordarlo en México

La crisis sanitaria a nivel mundial provocada por la propagación del virus SARS-CoV-2 ha tenido un impacto potente y muy lamentable para nuestro país. Como ha quedado demostrado, el Coronavirus afecta de manera particular a población que cuenta con comorbilidades como la hipertensión, la diabetes o la obesidad. Para nuestra desgracia, enfermedades que padece un segmento muy amplio de mexicanos y mexicanas. 

Esto, a decir verdad, no es algo ni de cerca gratuito. Una de las funestas características de la larga y triste noche neoliberal fue el crecimiento desmedido del poder de las grandes corporaciones de comida chatarra y de las refresqueras, junto al abandono del campo y de la población más vulnerable causaron que, sólo por dar un ejemplo, México alcanzara los siguientes índices: primer lugar mundial en sobrepeso y obesidad, quinto lugar en prevalencia de diabetes y uno de cada cuatro adultos padece hipertensión arterial. Eso, sumado a ser uno de los países más poblados del mundo, ha resultado en una cantidad importante de fallecimientos, todos y cada uno de ellos dolorosos y trágicos.

La manera de abordarlo a nivel de las entidades federativas ha sido brutalmente distinta; en unos casos para bien, y en otros para muy mal. En medio de la crisis, un grupúsculo de gobernadores urgidos de legitimidad decidió que este era el mejor momento para desestabilizar, a cualquier costa, a las autoridades sanitarias, y especialmente al Gobierno de México, sin tomar en cuenta los daños irreversibles que están causando entre sus gobernados. Desententiéndose de la estrategia sanitaria federal, atacando de manera vil un día sí y el otro también al Subsecretario Hugo López Gatell, desobedeciendo a los científicos: han recurrido a toda clase de artimañas sucias y baratas en uno de los momentos más delicados de la historia de nuestra República. 

De seguir así, y es lo realmente aterrador, la espiral de muertes puede continuar creciendo. Una población con problemas de salud y gobiernos estatales mezquinos e incompetentes es una mezcla que puede tener consecuencias todavía más lamentables.

Afortunadamente, en otras administraciones locales ha prevalecido la sensatez, la responsabilidad y la altura de miras para sacar adelante al país en unidad. Dos ejemplos, a la vista de los resultados, son el Gobierno de la Ciudad de México y el de Veracruz.

En la primera, la titánica tarea de reconversión hospitalaria ha dado como resultado que, a pesar de ser una de las ciudades más pobladas del país, se haya conseguido mantener estable la ocupación. Esto quiere decir que a diferencia de las catastróficas imágenes que se dieron en países europeos o en Estados Unidos, en donde los servicios médicos estaban rebasados, en la capital del país ni una persona se ha quedado sin atención hospitalaria.

Además, la aplicación masiva de pruebas para detección temprana de casos y el programa de Colonias de Atención Prioritaria han surtido efecto: en la CDMX ya se percibe una reducción diaria en el número de decesos.

Por su parte, el gobernador Cuitlahuac García tomó las riendas de la situación en su estado con una estrecha y profunda colaboración con el Gobierno de México, viendo así por el bienestar y la salud de los veracruzanos y no movido por ambiciones vulgares. Se tomó la decisión de confinar a la gente en sus hogares en un momento oportuno, sin prisas por sobresalir pero  guiado por las recomendaciones científicas oportunas. Así, en Veracruz se ha dado un balance cuidadoso y positivo entre cuidar la vida de la población pero procurar el bienestar y la economía de pequeños y medianos comerciantes que viven al día. De igual manera, el correcto manejo de la pandemia en su entidad federativa comienza a dar frutos: hoy se encuentra entre 7 estados en donde se comienza a ver una reducción gradual de casos de Coronavirus.

Cuando se confía en la gente y se gobierna de la mano del Pueblo, las cosas salen mejor. Ciudad de México y Veracruz han sido ejemplo de que, contrario a lo que pedían los conservadores, no se necesita utilizar la fuerza pública ni reprimir a gente que sale de su hogar a buscar un sustento para su familia. Son estos dos gobiernos dignos representantes de la Transformación por la que atraviesa nuestro país. 

Vivimos tiempos duros, sí, pero si se anteponen el interés general, la unidad nacional y el bienestar del Pueblo, más temprano que tarde saldremos adelante. Porque así lo dice nuestra historia: las y los mexicanos, con su fortaleza moral y espiritual, han logrado salir adelante de las más dolorosas desventuras. Es urgente que gobernadores y dirigentes de oposición se coloquen a la altura que corresponde la historia. Esto no va de colores, mucho menos de partidos. Va de la vida de la gente. Y hasta ahora, con su actitud canallesca, están poniéndola en grave peligro.
 

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