Para gobernar, como dijo López Obrador, solo se necesita voluntad, responsabilidad y honestidad para servir al Pueblo de México. Esa mezcla de componentes, a partir de la llegada de Claudia Sheinbaum, se ha llevado al pie de la letra; es decir, hay continuidad del proyecto de nación que, como sabemos, nació hace más de seis años con aquel histórico triunfo del 2018. Desde luego, la victoria arrolladora, como tal, trajo nuevos desafíos que tendrá que enfrentar la jefa de Estado. De hecho, se ha puesto en marcha, desde el primer día, un trabajo arduo en temas que, por los tiempos, no alcanzaron a concluirse en la era de AMLO. En esas circunstancias, se han atendido los pendientes y, con ello, se avanza en el seguimiento de un plan que nos compartió Sheinbaum desde la época de campaña. Con esa certeza, las mismas evaluaciones, sin excepción alguna, coinciden en la misma calificación que ronda en el 75% de aprobación. Una muestra clara de ello fue la fiesta popular que se vivió el pasado domingo en el corazón de la lucha democrática de México: el Zócalo de la CDMX.
Todo eso trajo, además de la efervescencia, una rendición de cuentas de los primeros 100 días de trabajo que, en sí, podemos concluir que son fructíferos por todas las acciones que se han puesto en marcha. Es la muestra más evidente que la Presidenta, que tiene un impacto profundo a nivel nacional e internacional, ha respondido a la enorme expectativa que el Pueblo de México depositó en ella. De hecho, no teníamos duda de lo que viviríamos al arranque, en especial por las promesas pactadas en tiempos de campaña, y bajo la premisa del eficiente quehacer que entregó en la Ciudad de México. A eso hay que sumarle el compromiso y la entrega a la causa que, durante décadas, ha quedado sobreentendido que es a favor del Pueblo.
Por eso la magnitud de la celebración en el Zócalo de la Ciudad de México. Sin ir más lejos, una multitud abarrotó cada uno de los espacios que inundaban la plancha y los principales corredores de acceso a la antesala del Palacio Nacional. Fue, por lo tanto, un momento crucial al dar a conocer los resultados concretos, eso sí, con la enorme ventaja que trae consigo la amplia participación de todos los sectores sociales. Ellos, a propósito, han sido partícipes y, de manera conjunta, hemos tomado de ejemplo en proyectos como el tema de la reforma al poder judicial, y todos aquellos mecanismos que, a su vez, se convierten en acciones para satisfacer las demandas de la ciudadanía. Los programas sociales, ya lo hemos dicho, son el sostén para mejorar la calidad de vida y, de paso, el sello principal del segundo piso de la Transformación que, por cierto, fue el telón de fondo en el marco del templete.
Y, con ese bienestar social, en los tiempos actuales del segundo piso de la 4T, podemos destacar la reducción de la pobreza con la multiplicación de los programas sociales que son bien aprovechados por la ciudadanía para atender sus necesidades. Aquí, desde luego, debemos reconocerle el compromiso que ha tenido el legislativo federal que, como un elemento esencial, ha contribuido en la aprobación de reformas constitucionales que, como tal, son una palanca transformadora. Eso ha dependido, como tal, del trabajo eficaz de los coordinadores de ambas cámaras legislativas, con un quehacer, más que correcto, arduo para defender a capa y espada el paquete de iniciativas que envió AMLO. Y sí, Ricardo Monreal, de la mejor manera y con el nivel legislativo mostrado, ha sido pionero de este primer tramo de proyectos. Todo ello, evidentemente, en el marco de los 100 días de quehaceres de la Presidenta constitucional que, sobra decir, tiene aliados incondicionales en una cámara y otra.
A partir de estos 100 días cumplidos, Claudia Sheinbaum deja muy en claro cuál es la visión de país que tiene. Ciertamente, es la continuidad de un proyecto de nación, pero bajo un estilo propio de gobernar de la doctora. No es, para nada, como lo han descrito los columnistas conservadores que opinan que, tras bambalinas, gobierna la sombra de Andrés Manuel López Obrador. Desde luego, quedó grabado el legado del referente más importante del siglo en nuestro país, no obstante, Sheinbaum, como el mismo AMLO, se guían bajo los principios intrínsecos de ayudar al Pueblo de México sin ninguna limitante. Es, ni más ni menos, parte de la responsabilidad social que ha alcanzado un punto de solidez y desarrollo social.
Son 100 días de Transformación continua. Con ese paso, y con las políticas públicas que vienen en puerta, podemos ir augurando un futuro más prometedor para nuestro territorio nacional. Los altos niveles de aprobación que tiene, en definitiva, son un síntoma de que los mecanismos e instrumentos, al existir muchos desafíos, son los correctos, en especial con un modelo humanista y solidario como el de la 4T. Todo reside, como dijo Andrés Manuel, en atender primero a los pobres. Y con las circunstancias dadas, Sheinbaum, como lo hizo AMLO, pondrá muy en alto el nombre de México con mayor modernidad, más asistencia a través de programas sociales, lo mismo que un salario digno a fin de continuar reduciendo la brecha de la desigualdad, eso sí, con mayor justicia social como bien lo dijo ella.