Tras haberse diluido los primeros cien días del segundo periodo en la administración trumpista al frente de la Casa Blanca, distintos ejercicios demoscópicos realizados en suelo norte americano evidencian el desánimo que han generado las políticas del magnate entre sus gobernados arrojando, así, aprobaciones por debajo del 50%.
En artículo publicado por The New York Times bajo el título “Trump’s approval rating has been falling steadily, polling average shows” se informa que: “Según un promedio de las encuestas del New York Times. El índice de aprobación de Trump ha bajado hasta el 45 por ciento, en comparación con el 52 por ciento que presentaba una semana después de su toma de posesión”.
Por su parte el medio británico BBC, al recoger los resultados obtenidos por la encuestadora estadounidense Gallup, reporta un 44% de aprobación para el mandatario al mismo tiempo que refiere: “según los datos, su índice de aprobación es el segundo más bajo tras 100 días de un presidente desde el fin de la Segunda Guerra Mundial. El actual número sólo es mejor que el que él mismo tuvo durante sus primeros meses de mandato en 2017”.
Mientras, el medio especializado en materia económica The Economist registró un índice de aprobación aún más bajo en contraste con los dos medios anteriormente citados. En el micrositio del medio especializado, denominado “Donald Trump approval tracker”, la aprobación hacia Donald Trump al arribar a sus primeros cien días de trabajo apenas alcanza 41 puntos.
Así,podríamos extendernos cotejando medios y mediciones respecto a los primeros cien días del gobierno de Donald Trump e invariablemente los números no dejarían de oscilar entre los 41 y 45 puntos porcentuales de aprobación. sin embargo, lo verdaderamente importante es ir más allá de los números, a los porqués.
Dentro de los cuatro principales rubros que cimentan la desaprobación hacia el segundo periodo trumpista se hallan las políticas económicas y es que para nadie es un secreto que el berrinche de los aranceles lejos de beneficiar a Estados Unidos ha terminado por volverse en su contra, en una especie de efecto bumerán que ha golpeado sus propios mercados, a sus propias empresas y a sus propios ciudadanos.
A decir verdad, Trump tardíamente ha caído en cuenta que en el tablero de ajedrez geopolítico y la economía global las piezas han cambiado de posición, causa que ha desprovisto a los Estados Unidos del jaque acostumbrado en el uso de sus caprichosas políticas económicas.
En un segundo lugar de los puntos flacos de Trump se encuentra el recorte a las agencias federales, lo cual ha traído consigo una serie de protestas e inconformidades por parte de aquellos que han visto desaparecer su fuente de empleo, así como de otros tantos que han atestiguado el debilitamiento del programa gubernamental que hasta no hace mucho tiempo les proveyó.
En el tercer apartado se sitúan las políticas migratorias, estas medidas han generado una fuerte división en la opinión pública. Mientras algunos sectores han apoyado la reducción de cruces ilegales, otros tantos consideran que las políticas han sido demasiado agresivas y han afectado la imagen de su país, tal como lo demostró un sondeo recogido por CNN en donde un 52% de los estadounidenses expresó su desaprobación hacia las políticas trumpistas en lo referente a migración.
Por último, en un cuarto sitio radica la postura negativa y confrontativa que ha adoptado el presidente estadounidense frente a la publicación de distintos ejercicios demoscópicos en los cuales se ha sometido a evaluación ciudadana su desempeño durante los primeros cien días de gobierno de su segundo período presidencial.