Como si fuera una especie de “efecto mariposa” o de la “teoría del caos”, el hecho de que la —todavía— Ministra Presidenta de la Suprema Corte, Norma Piña, permaneciera sentada aquel 5 de febrero de 2023 durante la conmemoración de la Promulgación de la Constitución de 1917 en Querétaro, en presencia del expresidente López Obrador, generó una serie de variaciones y condiciones caóticas que desembocaron en los comicios del día de ayer.
Con la participación de aproximadamente 13 millones de votantes, se da por concluida la esencia del Plan C impulsado por AMLO y adoptado en campaña por la Presidenta Claudia Sheinbaum. Los resultados del ejercicio democrático no podían ser interpretados de otro modo por la mandataria ni por sus partidarios: la elección judicial fue un éxito que cumplió con las expectativas.
Con una lista nominal de más de 99 millones de electores, que aproximadamente 13 millones acudieran a las urnas, ¿es un buen resultado? Como toda narrativa política, dependerá el enfoque y la perspectiva con la que se mire. Resulta interesante destacar que la participación de antier superó la afluencia de la Consulta Popular de 2021 —que contó con un 7.11%—, aunque estuvo por debajo de la Revocación de Mandato celebrada en 2022, que osciló el 17.77%.
Al hablar de los 13 millones de votantes en dicha jornada inédita, recalco que son más votos de los previamente obtenidos por partidos como Acción Nacional, el Revolucionario Institucional y Movimiento Ciudadano. Visto desde ese enfoque, es un nuevo triunfo para la 4T a pesar de que sus estimaciones rondaban el 20 por ciento de participación.
El error de la oposición radicó nuevamente en su soberbia y ceguera. Al rehusarse a participar e impulsar a sus candidatos, cedieron cualquier posibilidad de ser parte del juego democrático. Claudicaron frente a la 4T una vez más.
De nada sirven sus gritos desesperados de fraude, simulación y dictadura si sus propias dirigencias llamaron a no votar, cediendo a la Presidenta y a sus partidarios imponer su voluntad en el Poder Judicial.
Justo es reconocer que la propia Presidenta destacó en la mañanera del lunes que, al ser una primera elección, es perfectible y deberán sacarse conclusiones para el 2027. A quienes acudimos a las urnas el pasado domingo, la cantidad de nombres y perfiles en las boletas hicieron confusa y tediosa la emisión del voto. Es prácticamente imposible conocer a todas las candidatas y candidatos que figuraron en las 9 boletas (en mi caso), por lo que es algo que debe ser corregido.
Soy partidario de que continúe la vía democrática para corregir los anteriores excesos del Poder Judicial. Que la ciudadanía pueda elegir a las y los ministros de la Suprema Corte me parece algo que enriquece nuestra democracia y a la separación de poderes, pero también deben implementarse mecanismos —como el servicio profesional de carrera, los ascensos por méritos, evaluaciones y remociones para el caso de jueces y magistrados— que terminen por depurar y fortalecer al Poder Judicial. En cuanto al proceso en sí, faltó mayor difusión de los perfiles y la posibilidad de ser promovidos por partidos para que diversos sectores ideológicos pudieran abanderarlos.
El pasado 1º de junio la atención de las y los mexicanos estuvo centrada en la elección judicial sin que debamos dejar de lado que en dos entidades existieron comicios para elegir alcaldes. Con datos del conteo preliminar y al momento de escribir estas líneas, los resultados son interesantes y dignos de analizar.
Morena y la oposición disputaron un gran número de municipios en Veracruz y Durango. Una posible falsa primera conclusión es que Morena resultó vencedor al obtener el mayor número de estos, seguido por el PAN y MC; mención aparte merece el PRI que sigue en caída libre.
Sin embargo —y a pesar de que proliferaron denuncias de irregularidades en ambos estados, presencia de sujetos armados y violencia contra candidatos—, Morena perdió la capital de Durango, terminando incluso en un lejano tercer lugar. En cuanto a Veracruz, perdió ciudades importantes y abrió camino a un PAN necesitado de bastiones para tratar de recomponer el camino.
Por más que el partido guinda califique de “cochinero” el proceso en Durango, deben prenderse las alarmas para la dirigencia frente el exceso de confianza que comienzan a mostrar gran parte de las estructuras estatales, así como la muestra, nuevamente, de que el votante de Morena castiga la selección de perfiles poco idóneos o no identificados con los valores heredados por López Obrador.