Pluma Patriótica

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20 años de un sueño inalcanzable, hasta hoy

Pese a que fue una de las cartas fuertes de la campaña de Joe Biden para atraer el voto latino en las elecciones del año pasado, activistas migrantes acusan que no existe voluntad política entre los representantes de Estados Unidos para llegar a un acuerdo en el rubro de la reforma migratoria. Pero la esperanza está más viva que nunca… Y sí, esto es gracias a la confianza que tienen los migrantes mexicanos en el Presidente de México, Andrés Manuel López Obrador.

En al menos 20 años, los migrantes han vivido de promesas de una reforma que les permita legalizar su situación. En México pasaron administraciones como la de Fox, Calderón y Peña Nieto; cada uno de ellos a su manera evitó tratar el tema.

En 2001, Bush y Fox cabildearon, estuvieron cerca de lograrlo, pero los ataques terroristas del 11 de septiembre sepultaron la posibilidad. Desde entonces, presidentes tanto de México como de Estados Unidos pasaron y las cosas no cambiaron. Durante la administración de Obama se dispararon las deportaciones y Mexico se quedó pasivo hasta la llegada de Tump, y eso ya sabemos como resultó.

Por eso, resulta muy relevante el fenómeno que se vive en estos momentos, uno que podría inclinar la balanza por completo y ese se manifestó durante la visita del Presidente López Obrador a la ONU. El cariño y la confianza que los paisanos han depositado en el Presidente de México no es casualidad. Una forma muy sencilla de explicarlo, y no por mí sino por los propios migrantes, es gracias a los apoyos del bienestar.

Estos programas sociales, tan criticados por la oposición, pero igualmente utilizados por ellos a conveniencia y a modo de chantaje, le han dado una bocanada de aire fresco a los paisanos, pues representan un ingreso adicional a las familias que ellos mantienen desde el extranjero con horas de esfuerzo y varias jornadas laborales.

Para algunos, esto no representa nada, pero para ellos lo representa todo. Por eso, a propia voz de los migrantes en Estados Unidos, el Presidente de México tiene no solo su respeto, si no su cariño y agradecimiento.

Tuve la oportunidad de platicar con la activista michoacana Elvira Arellano, quien inició su carrera como cabildera en favor de los derechos de los migrantes hace más de 20 años, tras haber sido deportada a México. En sus años de lucha por los derechos de los migrantes, Elvira tuvo la oportunidad de conocer al entonces presidente Felipe Calderón luego de ser deportada. Por lo emblemático de su caso, fue invitada a un evento oficial; sin embargo, tampoco había voluntad para apoyar a los migrantes mexicanos, pues solo le ofrecieron una beca para su hijo y tomarse la foto con el exmandatario.

A propia voz de Elvira, Calderón solo la quizo utilizar para una foto y colgarse en el tren de la lucha por los derechos de los paisanos sin realmente tener nada que ofrecer. En realidad, la violencia e inseguridad generadas durante su administración agravaron la situación de las familias de los migrantes que ya habían salido de su país y obligaron a otros a irse.

Hechos, no palabras. Eso es lo que los paisanos buscan y que solo han encontrado en las acciones del Presidente López Obrador. Pero no todo son elogios, hay un camino muy largo que recorrer y ese camino solo podrá forjarse con el pleno reconocimiento de las causas que generan la migración y una fórmula que requiere voluntades políticas basadas en realidades y no en fantasías.

Si bien el simple hecho de que existan migrantes mexicanos en otras partes del mundo por necesidad y falta de oportunidades no es nada de lo que debamos sentirnos orgullosos, estamos oligados a reconocer su trabajo y esfuerzo por sacar adelante a sus familias a sabiendas de que quizás nunca más los podrán ver.

Su esperanza está puesta sobre esa marea de mexicanos expulsados de su patria que han sacrificado jornadas de trabajo para ir a demostrar su apoyo y compromiso al único proyecto que ha representado una bocanada de aire fresco en su día a día. Esta esperanza, ya no solo es de los mexicanos, es de millones de migrantes latinos que aprovecharán la reunión trilateral para presionar a los únicos que tienen el poder de decidir sobre su futuro, los congresistas.

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