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2025: año de la Mujer Indígena; símbolo y memoria

Una imagen dice más que mil palabras y, sin duda, una que marcará el primer año del segundo piso de la Cuarta Transformación es la que fue capturada en Tulum, dentro del marco del 110 Aniversario de la Fuerza Aérea Mexicana, donde “Tecuichpo; Tz’ak-b’u Aha” —mejor conocida como “la Reina Roja”—, “la Señora 6 Mono” y “Xiuhtzatzin“ observan cómo cuatro generales se inclinan ante el paso de la Doctora Claudia Sheinbaum Pardo, investida como Comandanta  Suprema de las Fuerzas Armadas; con su llegada se hace justicia histórica a las mujeres en este país. La imagen descrita es el mejor aporte para crear un sistema decolonial y anti patriarcal. Es la imagen de 2025 Año de la Mujer Indígena.

El año dos mil veinticinco tuvo un inicio fuerte caracterizado por la defensa de la identidad nacional, del México profundo, y aunque en estos momentos esa frase  nos puede estar llevando hacia el tema de la defensa férrea que la doctora Claudia Sheinbaum ha realizado, ante los embates del imperialismo de extrema derecha que la administración Trump ha lanzado contra la buena vecindad en América del Norte, mi objetivo en estas líneas es otro; es el de reconocer dos acciones de reivindicación de la memoria que se iniciaron con el 2025: el Año de la Mujer Indígena a nivel Federal y la conmemoración que desde el Gobierno de la Ciudad de México se ha propuesto por los 700 años de la fundación de México-Tenochtitlan.

Desde los primeros días del Obradorismo, una característica del gobierno fue la de incluir en sus ejes rectores a los pueblos indígenas; ejemplo de esto es que el 4 de diciembre de 2018 se creó el Instituto Nacional de los Pueblos Indígenas, pero lo que más ha marcado estos últimos años es la reivindicación de la memoria colectiva. Ante este panorama se destacó la idea de conmemorar los 700 años de la conclusión de la peregrinación de Aztlán y la fundación de México-Tenochtitlan (existen diversas teorías sobre las fechas) teniendo como fundamento pictográfico el emblema de Quetzalcóatl, concretando así el origen fundacional de los pueblos nahuas.

Regresando a la primera idea, con la llegada de la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo, y con la firmeza de que “Si llega una, llegamos todas”, se descolonizó la imagen hegemónica, integrando a la Patria como una mujer indígena, y para puntualizar, al finalizar diciembre se anunció al 2025 como el año de la Mujer Indígena. En la presentación de esta conmemoración se mencionó que se busca resaltar el papel de la mujer en general, pero en específico de las mujeres indígenas, empezando por quienes, dentro de las culturas prehispánicas, gobernaron sus territorios.

Esta conmemoración nos hace recordar a más mujeres indígenas, a las contemporáneas y a aquellas anónimas que, desde el papel de replicadoras de los saberes, son quienes han transmitido la grandeza cultural del país pluricultural que siempre resaltó el expresidente Andrés Manuel López Obrador. Dentro de esta lógica, en días pasados, en la Secretaría de Pueblos y Barrios Originarios y Comunidades Indígenas Residentes, honramos la vida de Julia Jiménez González, mejor conocida como Luz Jiménez, quizá el rostro de la mujer indígena que el nacionalismo mexicano nos legó a través del muralismo. Ella, además de ser la musa de Rivera, Clemente Orozco, Jean Charlot y de ser modelo para las esculturas del emblemático Monumento a la Revolución o el de Álvaro Obregón en la Bombilla, fue la “informante” de la vida cotidiana y tradiciones de los Pueblos de Milpa Alta. Sus aportes a la academia se preservaron hasta el día de hoy y han servido para resguardar la memoria de esta importante comunidad.

También hablar de mujeres indígenas del siglo XXI, como las poetas Natalia Toledo, Rosario Patricio, Celerina Sánchez, Rubí Huerta entre otras quien junto con la soprano Ayuuk María Reyna demostraron la importancia de las mujeres indígenas en los ámbitos de la vida pública en esta ocasión la de hacerse oír las lenguas indígenas en el máximo espacio de cultura del país.

Sin duda el honrar la memoria indígena no debe ser un ejercicio solo del Estado, aunque con la Cuarta Transformación el impulso ha sido mayor, debe ser un ejercicio de repetición continua, hasta que los legados coloniales se esfumen y podamos vivir en igualdad y sin discriminación.

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