Parecería que fue hace mucho, pero en 2018 nuestros “intelectuales” y “expertos en relaciones internacionales” auguraban un desastre, como en todo, en la política exterior que promovía el movimiento de Transformación.
No solo erraron en su diagnóstico, sino que ha quedado en evidencia la nula capacidad de entender el momento que vive nuestro país y el odio irracional que muchos supuestos analistas le tienen al Presidente Andrés Manuel López Obrador. En relaciones exteriores ya son varias las predicciones que les han fallado.
Sería importante recordar, entonces, algunos de los pronósticos que soltaron, sin pudor alguno, los intelectuales del régimen neoliberal en sus columnas, programas de televisión y de radio:
“AMLO no sabe hablar inglés, no se entenderá con ningún líder internacional”
Este quizá sea el mito más fácil de desmentir, ya que carece de cualquier seriedad. No solo porque existen las personas que se dedican a la traducción, sino porque no le ha representado un impedimento al Presidente para conducir, guste o no, su política exterior.
Lo interesante de este mito es el clasismo y los supuestos aires de superioridad que esconde, pues la gente que lo critica no le exige lo mismo a otros líderes. Por ejemplo, no tienen problema con que Joe Biden y Kamala Harris no hablen español, mismo caso con tantos otros mandatarios europeos.
“AMLO se va a llevar mal con Donald Trump; se van a pelear y eso no le conviene a México”
Como lo narró el propio Mandatario mexicano en su libro A la Mitad del Camino, la relación entre ambos fue de respeto, cordialidad e incluso amistad.
El argumento de algunos intelectuales era que se llevarían mal por el carácter confrontativo de ambos y debido a que los intereses que perseguían eran distintos. Como quedó demostrado en la firma del T-MEC, el acuerdo para no hablar del muro, el apoyo brindado por Estados Unidos a México para la reducción en la producción de barriles de petróleo; la cooperación a lo largo de la pandemia, y la declaración en conjunta que presentaron en Washington (entre otras cosas) demostraron que pudieron encontrar coincidencias y mantuvieron una estrecha relación.
“AMLO se lleva bien con Trump porque son iguales; tienen buena relación y eso no le conviene a México”
Ante el rotundo fracaso de su pronóstico (que los dos presidentes no se llevarían bien), los intelectuales, lejos de buscar una explicación —que a eso se dedican— esta vez aseguraron que la buena relación se debía a que tanto López Obrador como Trump son gobernantes “autoritarios”, incluso compararon la personalidad de ambos.
Lejos de eso, la relación tuvo sus desencuentros ideológicos que requirieron de mucha política —de la buena— para sacar adelante la agenda bilateral. Además, el Mandatario mexicano nunca escondió las diferencias que mantenía con el Presidente Trump, pero, como también lo ha reconocido, México y EE. UU. se deben llevar bien sin importar quién esté en la presidencia, como lo hicieron Benito Juárez y Abraham Lincoln y el General Lázaro Cárdenas y Franklin D. Roosevelt.
“Ningún líder mundial toma en serio a AMLO”
Fiel a su deseo de que a México le vaya mal, nuestros intelectuales auguraron que las grandes potencias y los organismos internacionales no se interesarían en nuestro proceso de Transformación.
Nada más falso. Con el Gobierno de López Obrador, México ha sido electo para presidir el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidasy la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), y durante la pandemia los gobiernos de la India, Rusia, China y Estados Unidos han colaborado de cerca con el nuestro.
“La diplomacia de AMLO es anticuada”
López Obrador es un gran defensor de soberanía y dignidad de los Pueblos de América. Los conservadores, entonces, pronosticaron que esto inevitablemente haría que nos enemistáramos con EE. UU. y que no tendría caso voltear a ver al Sur.
Otra vez se equivocaron. La defensa de estos principios ha llevado a México a colocarse en un papel protagónico dentro de la escena regional. Nuestro país encabeza, como se pudo observar en la última reunión de la CELAC, el movimiento de dignidad de América Latina. El Gobierno de México le salvó la vida a Evo Morales, trabajó de cerca con Argentina para traer a tiempo las vacunas AstraZeneca, colabora con diversas naciones de la región en un plan aeroespacial y pronto presentará la iniciativa de Reforma a la Organización de los Estados Americanos (OEA) para crear un mecanismo de cooperación para América Latina.
Todo eso destaca sin mencionar las recurrentes visitas de presidentes, expresidentes, cancilleres y líderes de la región o la creación del Grupo de Puebla o el envío de vacunas a los países que no han tenido acceso a las mismas y de dos barcos con suministros médicos a Cuba por la crisis humanitaria.
“Ahora se va a llevar mal con Biden”
Fracasaron en pronosticar lo que sucedería en el cuatrienio de Donald Trump, y en el caso del Presidente Biden no fue diferente. Luego de que el Presidente López Obrador esperara los resultados oficiales de las elecciones para felicitar al mandatario demócrata, los “expertos” dijeron que la cercanía con Trump haría que se enemistara con Biden.
No pasó, y ya se han realizado varios encuentros entre ambos gobiernos. Destacan la cooperación para atender los problemas en Centroamérica, los acuerdos para colaborar en materia económica —que encabezó el Canciller Marcelo Ebrard— y el fin del “Plan Mérida” que firmaron George W. Bush y Felipe Calderón, y que solo trajo más violencia a México.
Por último, cabe destacar que algunos académicos esperaban que Biden rechazara el proyecto de AMLO para llevar el programa “Sembrando Vida” a Centroamérica. No solo no lo rechazó, incluso el enviado especial del Gobierno de Biden, John Kerry, alabó el programa y se espera que en los próximos meses se concrete el acuerdo.
No le atinaron a nada. Como desde el principio del sexenio, francamente, han quedado en ridículo varias veces. Quizá sería tiempo, a tres años de que AMLO tomó el poder, que lo empezaran a tomar más en serio y se pusieran de verdad a analizar la política exterior de este Gobierno.