“Cuando habla el humo,
Nada el humo y rema en espiral…”
«Bocanada», Cerati
Si Gustavo Cerati no hubiera sido un adicto empecinado al cigarrillo, es muy probable que hoy siguiera entre nosotros y quizá estaría en una disputa musical de porqué las nuevas generaciones aman más a Bad Bunny que a nadie y entonces podríamos discutir con más intensidad cosas como esas, también podríamos pensar qué hubiera pasado si una mejora en los sistemas de prevención, contribuyeran a que millones de adictos como él no fallezcan a causa de esa adicción y podríamos especular también cuántos millones de dólares se podrían invertir en otras cosas que no sea atender enfermedades derivadas de lo mismo.
Quise partir de esa licencia narrativa para intentar explicar el motivo que nos llevó a prohibir explícitamente en la Constitución de los vapeadores, un hecho que generó una reacción álgida en todos los polos ideológicos. Unos porque se oponen sistemáticamente a todo lo que hace la 4T, otros porque sienten que bajo sus preceptos de vida libre esto atenta contra ellos y otros más porque ven la posibilidad de que se generen fenómenos asociados a la condición humana de que lo prohibido motiva el ímpetu por conseguirlo.
De los primeros no vale la pena hablar porque siguen en el fango ideológico, los segundos tienen una amplia gama de sustancias de las cuales pueden optar para consumir y digamos que la prohibición de estas, no los ha hecho sucumbir a obtenerlas; pero centremos la atención en los que han dado razones de sobra para oponerse a que la prohibición exista y su genuino interés por algunas soluciones al problema.
- La prohibición solo generará la aparición de un mercado negro
Toda sustancia que existe en la vida, sea legal o no, siempre tendrá un contrabando así sea cafeína o fentanilo. La parte medular no es tanto en si aparece el mercado negro, sino cómo detectar y combatir al mismo. Por ejemplo, en el caso de medicamentos que suelen ser controlados existe dicho mercado negro, pero para eso existe una instancia que se dedica a detectar el contrabando y combatirlo. Claro que también debe existir la pedagogía para que la población asuma los riesgos de dicho contrabando, como cuando sabemos que comprar una botella de tequila de dudosa procedencia no es la mejor idea.
- En vez de prohibir, es mejor regular
La decisión en sí de prohibir a los vapeadores es la regulación, una regulación que es rigurosa pero que está basada en la finalidad de evitar que se promueva un uso indiscriminado porque además la facilidad con la que se hace llegar a los adolescentes y niños es evidente. No quiere decir que este grupo etario no va a tener el acceso o los va a dejar de consumir, pero en esa parte corresponde a justo medidas de prevención para que disminuya la posibilidad del acceso a las mismas.
- ¿Por qué no prohibimos de una vez todo lo que hace daño?
Se entiende un tanto la jiribilla detrás de la pregunta, lo cual debería ponerse también a consideración como los azúcares refinados o los alimentos ultraprocesados; pero en cierta magnitud también se propone eliminar la chatarra en escuelas públicas y que no haya establecimientos como OXXO afuera de las mismas. Sin embargo, el principal detonante para que la prohibición sea tan explícita es por la capacidad de daño que tienen los vapeadores, no solo es la adicción, sino que los efectos adversos aparecen en una ventana de tiempo mucho menor que con el cigarrillo convencional. Por eso la medida es más drástica.
Como reflexión final, solo hago notar que esas premisas son también parte de una disputa que se genera desde los promotores y cabilderos de la industria del tabaco para intentar frenar medidas que previenen a la población de los efectos sobre su salud y que no tienen interés alguno en que la gente deje de consumirlos. Sin embargo, como parte fundamental de un proyecto que busca el bienestar de su población, estas medidas son un eje rector para que dicho objetivo se cumpla. Ahora vendrá el proceso de valoración de si dicha medida cumple su objetivo o habrá que ajustar con lo que esta experiencia nos deje. Pero, por lo pronto, la prohibición va.