López Obrador es un Presidente que ha registrado en libros sus orígenes y su encuadre histórico (El Poder en el Trópico), sus planes para el gobierno (2018 La Salida) y su pensamiento económico y social (Hacia una Economía Moral). Su última entrega, titulada A la Mitad del Camino es una lectura que aún tengo pendiente. Sin embargo, el significado de ir registrando el andar político en libros simultáneos a su gobierno es un sello de López Obrador que vale la pena analizar.
En primer lugar, porque implica una historiografía propia de la Cuarta Transformación, contada desde su protagonista más central. Otros libros, uno coordinado por John Ackermann y otro de Hernán Gómez Bruera, confirman que la producción intelectual y el análisis acerca del gobierno de Andrés Manuel se ha dado principalmente al interior del movimiento.
La intelectualidad ‘ofendida’ por la 4T ha respondido tímidamente en términos académicos y literarios. El libro Vuelta a la Izquierda de Carlos Illades es uno de los pocos análisis históricos que busca explicar, desde la oposición a la 4T, el proceso en el que vivimos. Los demás libros son respuestas viscerales a las políticas ante la pandemia de covid-19 o panfletos humorísticos (perfectamente válidos) como el “Instrucciones para sobrevivir en el México de la 4T” de Trino y Gil Gamés. Nota aparte merecen los libros mandados a hacer por consejeros del INE como instrumento promocional, que solo fueron escritos cuando sintieron la presión política y social sobre sus espaldas, ante una gestión cuestionada desde varios puntos de vista.
Esto quiere decir que la debilidad de la academia, ciertos literatos y las ONG se hace patente justo en el punto que ellos consideran su fortaleza: la producción intelectual. A menos de que Brenda Lozano novelice el incidente postmoderno que impidió su agregaduría cultural por un caso de ‘tribunal mediante redes sociales’, no habrá pronto una respuesta literaria de la oposición al México en tiempos de la 4T. Apuntando desde la propia oposición intelectual al problema, hace algunos días Sergio Aguayo escribió en Reforma que, ante los problemas de seguridad, las ONG y los académicos debían plantear soluciones y articularlas en un proyecto. Argumentaba así aceptando que la oposición era débil e insuficiente, aparte de extremista (visita Vox dixit).
La falta de articulación de este proyecto opositor radica en que no es un proyecto como tal, en términos clásicos. No hay una ideología común entre los opositores, no tienen referentes de producción intelectual que puedan darles guías coherentes para la acción política y sus figuras de opinión pública producen solamente columnas breves dedicadas a señalar fallas superficiales, percibidas o amplificadas de la 4T. No son un bloque, están disgregados y hay fisuras entre la extrema derecha del PAN y la derecha socialmente aceptable, que castigó y señaló a los propios correligionarios panistas que convocaron a la visita del líder extremista y antimexicano de VOX.
Incluso los empresarios comienzan a ver que sus opiniones políticas y económicas, muchas veces sustentadas en prejuicios, no pueden competir con la raison d’État de la 4T y los beneficios económicos y sociales de subir los salarios o eliminar el outsourcing. Literalmente, la 4T tiene razones que la oposición no entiende.
Mientras tanto, la oposición sigue pasmada e incidiendo en la opinión pública de los diarios solamente. Parece que han renunciado a la posibilidad de escribir alternativas a la historiografía obradorista o simplemente, no pueden. Tal vez no saben cómo. Tal vez no han renunciado a restaurar el orden anterior y analizar el presente implica aceptar que la 4T desplazó los cimientos desde donde les era tan fácil producir libros y análisis de forma sencilla. Se ha borrado su democracia procedimental de antaño.
Lejos de esa democracia de papel que heredamos, me alegra ver el resurgimiento del Fondo de Cultura Económica en donde se han editado cuentos populares, reseñado luchas sociales y aparte de ello, se ha propiciado el entendimiento de la lectura como un acto para interpretar el mundo y la experiencia pasada. La 4T ha logrado producir una visión del mundo que tiene sentido para quienes la apoyamos y hace uso de artefactos culturales como estos libros para entender el mundo que nos rodea y los problemas que heredamos y buscamos solucionar.
La afinidad de López Obrador por la historia se ve reflejada en sus constantes referencias a ella para entender el mundo, un hábito reflejado también en la necesidad de proyectar la propia historia de la Cuarta Transformación en libros producidos por su impulsor y sus protagonistas. López Obrador y quienes apoyamos a la Cuarta Transformación no renunciamos a pensar y entender el proceso social por el que estamos atravesando. Solo por eso, vale la pena leer A La Mitad del Camino.