El pasado primero de julio el Presidente Andrés Manuel López Obrador cumplió tres años de su histórico triunfo en las urnas. En 2018 el mandatario obtuvo el 53% de los votos, más de 30 millones de electores eligieron a la colación ‘Juntos Haremos Historia’ encabezada por Morena. El ascenso de AMLO al poder marcó un antes y un después en el sistema político mexicano. Un movimiento con tintes de izquierda y de origen popular conquistó por primera vez la Presidencia de la República desde la época revolucionaria.
La tercera fue la vencida para el político tabasqueño que ofreció una alternativa distinta a lo que fueron los gobiernos priistas y panistas durante casi un siglo. La lucha contra la corrupción, la austeridad republicana y la atención a los grupos más vulnerables a través de programas sociales son las banderas de la Cuarta Transformación que, de acuerdo con López Obrador, representa un cambio de régimen político a la altura de la Independencia, la Reforma y la Revolución Mexicana.
La administración obradorista ofrece claroscuros en diversos rubros, pero es innegable que el cambio que pretende realizar es en beneficio de la mayoría que fue afectada por el modelo económico utilizado en los últimos 30 años. La resistencia al cambio de una minoría que fue beneficiada por el antiguo régimen es uno de los obstáculos de la 4T, pero no el único, México y el mundo atraviesan por un momento de incertidumbre.
El Covid-19 marcó el rumbo del sexenio, con más de 200 mil defunciones desde el inicio de la pandemia. La crisis económica derivada del confinamiento es uno de los grandes retos que tiene el Presidente. El Sars-Cov2 mandó a la lona al sistema financiero global, las repercusiones en México han sido devastadoras: el PIB cayó alrededor del 8.5% y el desempleo aumentó de forma dramática alcanzando cifras récord. Las medidas adoptadas por la 4T fueron el apoyo a través de créditos a la palabra de los pequeños y medianos empresarios, recortes al presupuesto federal y una buena disciplina fiscal.
En el tema de la inseguridad, AMLO ha reconocido que no se han obtenido los resultados esperados; 2020 se convirtió en el año con más homicidios desde que se tenga registro, superando las 80 mil víctimas desde el inicio del sexenio. El aumento en los feminicidios también ha puesto el tema en la discusión pública, provocando diversas manifestaciones de colectivos feministas y una relación ríspida con Palacio Nacional.
Los resultados electorales del pasado seis de junio le dieron la mayoría en la Cámara de Diputados y 12 gubernaturas al bloque oficialista. El apoyo de la población al proyecto popular de López Obrador se manifestó de forma contundente en las urnas. El electorado sigue apostando por el movimiento de AMLO como la única opción para realizar los cambios que requiere el país.
El panorama es complejo, pero existen avances en los temas de la distribución de la riqueza nacional, un buen manejo del presupuesto público, los proyectos de infraestructura en el sureste del país. Existe libertad de prensa —aunque hay un choque fuerte con algunos sectores del periodismo— y de libre manifestación. También se tienen grandes retos en temas de salud pública, seguridad y en la recuperación económica después de la devastadora crisis provocada por el Covid-19.
López Obrador tiene la oportunidad histórica de encaminar su proyecto de nación para el beneficio y la prosperidad de la población que fue perjudicada durante mucho tiempo. No basta la voluntad política para realizar el cambio de régimen que pretende el Presidente. Se deben atender las causas y las consecuencias que dejaron a un país tan debilitado en el ámbito social, político, económico y cultural.