Este 11 de octubre tuvo lugar en nuestro país el Diálogo de Alto Nivel en Seguridad (DANS) entre Estados Unidos y México. Este mecanismo da muestra de la sólida relación que tiene nuestro país con Estados Unidos, y de que —a pesar de los malos augurios de los conservadores— la sofisticada comentocracia —que sin capacidad de análisis pronosticó un desastre— se va a quedar con ganas de pleito.
Partiendo de la visión humanista del Presidente López Obrador se deja atrás una iniciativa basada en el obsoleto asistencialismo que derivó en un aumento inédito de violencia y se apuesta por un trabajo que, de manera conjunta, ayuda a cada país a asumir su responsabilidad desde una postura de entendimiento mutuo y respeto. Esta reunión da continuidad a los compromisos asumidos por México y Estados Unidos a raíz de la visita de la vicepresidenta Kamala Harris en junio pasado.
El Entendimiento Bicentenario no solo se da en el marco de la cooperación efectiva, sino que también constituye una inédita alianza en materia de seguridad que deja fuera las malas prácticas del pasado. Este nuevo enfoque prevé consideraciones de salud y oportunidades económicas inclusivas para atender de manera radical (es decir, de raíz) las causas estructurales de la violencia.
La declaratoria que emitieron ambos gobiernos busca proteger a todas las personas, con inversión en salud pública, apoyo a comunidades seguras y la búsqueda de la reducción de homicidios y delitos de alto impacto.
Además, se especifica el objetivo de prevenir la delincuencia transfronteriza con mecanismos seguros de viaje y comercio, reducción el tráfico de armas, identificación cadenas de suministro ilícitas y disminución del tráfico ilegal y trata de personas. Asimismo, se hace énfasis en la importancia de combatir las redes criminales, perseguir a las personas vinculadas a financiamientos ilícitos y fortalecer los sectores de la seguridad y la justicia, especialmente, desde la inteligencia financiera.
Este esquema tiene notables diferencias respecto al anterior, pues desde el esquema de cooperación se abandona la criminalización absoluta de los consumidores para afrontar la problemática de adicciones como una de salud pública. Además, apuesta a la generación de oportunidades con base en un desarrollo integral que parta de la histórica hermandad de México y Estados Unidos, considerando la compleja interdependencia que tiene nuestra relación bilateral.
El Entendimiento Bicentenario nace desde la visión de desarrollo del Presidente López Obrador, que busca resolver las causas socio-económicas de los crímenes violentos que tienen un innegable carácter transfronterizo.
Con este nuevo paradigma entre Estados Unidos y México, quedan atrás los tiempos de simulación política y diplomática, cuando —a partir de el asistencialismo de la Iniciativa Mérida y la política del fuego y el terror— Genaro García Luna instrumentó una política de seguridad irresponsable en alianza con el crimen organizado, hecho por el cual hoy está preso.
Nuestra política exterior se deriva del humanismo del Presidente López Obrador, quien en todo momento ha hecho énfasis en atender las causas estructurales de la violencia como la pobreza, la desigualdad y la pobreza. El Canciller Ebrard ha logrado, bajo el liderazgo del Presidente, sortear una relación con enorme grado de dificultad, en primer momento con Donald Trump, y en esta segunda etapa con el Presidente Biden. Los logros están a la vista, pues en tan solo 5 semanas, se lanzó el Diálogo Económico de Alto Nivel, se ha forjado una alianza con una nueva visión sobre seguridad y los Presidentes López Obrador y Biden intercambiaron cartas sobre migración y desarrollo para acordar la importante reapertura de frontera. Además, decimos adiós a la iniciativa Mérida y hola al Entendimiento Bicentenario.