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Affidamento, cuidado entre mujeres

Resulta complejo observar cómo, por desconocimiento u otros muchos factores, mujeres y hombres, en muchos casos y de múltiples formas, contribuimos a perpetuar condiciones desfavorables para el género femenino… pero es aún más sufrir en carne propia una actitud hasta agresiva de quienes considero aliadas naturales. Por ello, cobra relevancia un término que conocí hace ya algunos años: affidamento, mismo que, de acuerdo con lo aportado por algunas autoras, así llamaban las feministas italianas a una práctica de confianza y cuidado mutuo entre mujeres…. sin duda, existe una imperiosa necesidad de construir affidamento: una práctica de lealtad, compromiso, confianza y cuidado primario entre nosotras, las mujeres. El affidamento es el acto por medio del cual las mujeres podríamos encontrarnos con la otra igual en la opresión, y construir con ella lazos de solidaridad, amor y respeto.

Adrianne Rich, a principios de los setenta, reflexionó sobre las relaciones de amistad profunda entre mujeres, proponiéndolas como un modelo simbólico de relación primaria entre mujeres, que podría considerarse como ejercicio de máxima libertad, “en la medida en que instituye espacios por fuera de la mirada y la omnipotencia masculina”. Victoria Sedón, sobre este término, aporta: “No queríamos ser mujeres emancipadas. Queríamos ser mujeres libres porque sí, por derecho propio”, y recalca que el camino hacia la libertad parte precisamente de la diferencia sexual: “Descubrimos lo que era la amistad y la complicidad entre mujeres en un ambiente sin jefes, sin novios, sin maridos, sin secretarios generales que mediaran entre nosotras y el mundo”, destacando como una de sus ideas clave, señalar que diferencia no significa desigualdad y subraya que lo contrario de la igualdad no es la diferencia, sino la desigualdad; lo anterior, partiendo de aceptar que el concepto de diferencia ha sido polémico por varias razones, la primera, por su propio nombre, lo que se busca superar, centrándose precisamente en la diferencia sexual para establecer un programa de liberación de las mujeres hacia su auténtica identidad, dejando fuera la referencia de los varones. Pensar la manera en que las mujeres nos relacionamos y construimos vínculos entre nosotras es verdaderamente revelador: debido muy probablemente a lo aprendido, las relaciones entre nosotras muchas veces están cargadas de celos, resentimiento, traición, competencia; una imposibilidad de reconocer en la otra una interlocutora válida, una fuente de conocimiento legítimo; una imposibilidad, —como señalaron las italianas— de reconocer a la otra como autora, como productora de cultura, como digna de confianza. Regularmente —lo sabemos desde la experiencia y el dolor— nuestros intentos por relacionarnos de forma progresista no son los más felices.

Con el affidamento se crean lazos sólidos entre mujeres, otorgándonos confianza y autoridad unas a otras. De esta manera, se reconstruye la autoridad femenina inexistente en el patriarcado. Así, el affidamento entre mujeres es la práctica social que rehabilita a la madre en su función simbólica: al recuperar la grandeza materna perdida, su valor simbólico, se podrá construir al mismo tiempo la autoridad social femenina. Es importante clarificar que no existe traducción literal del término a nuestro idioma, mismo que combina los conceptos de confiar, apoyarse, dejarse aconsejar, dejarse dirigir, y se refiere, a grandes rasgos, a la práctica de la mediación entre mujeres, de forma tal, que unas podamos apoyarnos en el saber o en el valor de las otras. Postula relaciones de intercambio entre mujeres, en virtud de las cuales, unas ayudamos a otras a realizar sus proyectos, sus deseos. Lejos de sentirnos amenazadas por nuestro género, debemos visualizar lo significativo: millones de mujeres no habríamos sobrevivido sin el soporte, el apoyo, el reconocimiento, la transmisión de descubrimientos, el camino andado, el ejemplo dado y la autoridad de otras mujeres.

Todas y todos, pero sobre todo, quienes tenemos la oportunidad de formar a las nuevas generaciones, desde el hogar, escuelas, medios de comunicación… en fin, desde todos los ámbitos de vida, debemos revisar a conciencia nuestro proceder; definitivamente no se trata de asumirnos inferiores, subestimar a la otra, limitarnos o limitarlas, menos aun de justificarnos… sino de demostrar nuestro compromiso decidido a favor de la igualdad y en contra de los abusos de poder establecidos, que generan injusticias en todos los ámbitos y en todos los niveles. Está demostrado que lo que realmente hace la diferencia es la actitud y esos lazos invisibles que se construyen entre mujeres, cuando descubrimos que existen nuevas formas de ser, pertenecer y estar en esta sociedad, relacionándonos en el reconocimiento, cuidado e impulso desde, por y para las mujeres. Sólo con nuestro ejemplo podremos enseñar que nuestra realidad puede ser muy diferente.

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