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Alemania polarizada, el ascenso de la extrema derecha y los retos para la democracia

En septiembre de 2024, un hito histórico alcanzó las elecciones regionales de Turingia, Alemania, cuando el partido de extrema derecha Alternativa para Alemania (AfD) se convirtió en la fuerza más votada con alrededor del 32% de los votos. Este resultado marcó la primera vez que un partido de esta índole lograba el primer puesto en unas elecciones en Alemania desde el fin de la Segunda Guerra Mundial. Un suceso que, lejos de pasar desapercibido, encendió alertas sobre el futuro de la democracia alemana y las tendencias populistas y autoritarias que podrían moldear su rumbo.

Uno de los elementos más desconcertantes de la AfD es la figura de su líder, Alice Weidel, ella, lesbiana y con una pareja migrante, es la cabeza de un partido que aboga por políticas estrictas contra la migración y el matrimonio igualitario. Esta contradicción interna ha generado desconcierto y cuestionamientos sobre la coherencia ideológica del movimiento, mientras la líder del partido sigue siendo una de las figuras más visibles de la extrema derecha alemana. A pesar del apoyo de figuras internacionales como Donald Trump y Elon Musk, la AfD ha experimentado recientemente un retroceso debido a sus discursos radicales y posturas extremas.

En este contexto, Friedrich Merz, líder de la Unión Demócrata Cristiana (CDU), se presentó el domingo 23 de febrero como una figura clave en la política alemana. A pesar de que la CDU fue el partido más votado en las elecciones, con un 28,6% de los votos, Merz ha sido tajante en rechazar cualquier posibilidad de coalición con la AfD. En su lugar, opta por mantener un «cortafuegos» (Brandmauer) contra la extrema derecha, un principio que sigue vigente en la política alemana debido al peso histórico del nazismo y las implicaciones que tendría colaborar con un partido cuyo discurso recuerda a las posturas más radicales del pasado.

Merz ha sido claro al afirmar que Alice Weidel y su partido no buscan una solución efectiva a los problemas de Alemania, y que, por el contrario, quieren empeorar la situación. Ante esto, surge la pregunta de con quién podría formar gobierno. Los socialdemócratas del SPD, bajo la dirección de Olaf Scholz, parecen ser una opción viable, pero las diferencias en temas cruciales como la migración y la economía podrían dificultar una alianza sólida.

El panorama político actual refleja una profunda polarización en Alemania.

Mientras que Merz y su CDU abogan por una postura más conservadora, Los Verdes se ha posicionado como una alternativa progresista, aunque sus diferencias con los democristianos han sido evidentes. Para Merz, un gobierno sin los Verdes sería preferible, pero las tensiones internas podrían llevar a una coalición poco estable, lo que anticipa un futuro político incierto y posiblemente la necesidad de elecciones anticipadas.

A pesar de los esfuerzos de Merz por consolidar una coalición estable, los comicios de 2024 dejan claro que la AfD se ha consolidado como la segunda fuerza política del país, obteniendo más del 20% de los votos.

Este resultado, que refuerza el ascenso de la extrema derecha, ha sido alimentado por un discurso que se aprovecha de la ansiedad generada por los atentados terroristas y la llegada masiva de migrantes en los últimos años.

La AfD ha logrado captar la atención de sectores de la población que buscan respuestas a problemas complejos con soluciones simples, apelando a los temores de inseguridad y pérdida de identidad cultural.

Con la amenaza del ascenso de la extrema derecha, la política alemana también ha visto el resurgimiento de la izquierda, representada por el partido Die Linke.

En las semanas previas a las elecciones, el partido experimentó un aumento de apoyo, especialmente entre los jóvenes y las mujeres, debido a un discurso viral de su líder, Heidi Reichknecht, que criticó la posibilidad de que los conservadores colaboraran con la extrema derecha en cuestiones de migración. Este impulso ha revitalizado la izquierda alemana, que se presenta como una alternativa frente al auge de la derecha y busca recuperar la confianza de los votantes desencantados con el sistema.

El escenario actual en Alemania refleja la compleja dinámica política en la que los partidos tradicionales, como la CDU y el SPD, luchan por mantener su relevancia frente a la polarización y los movimientos radicales. La relación entre el conservadurismo y la extrema derecha es cada vez más tensa, con líderes como Merz insistiendo en la necesidad de mantener a la AfD fuera de las decisiones gubernamentales. Sin embargo, la creciente popularidad de la ultraderecha y los problemas sociales y económicos no resueltos pueden conducir a una mayor fragmentación política, con la amenaza de elecciones anticipadas y una gobernabilidad cada vez más incierta.

La lección histórica es clara, la democracia no es un sistema invulnerable. La polarización, el miedo y las promesas de soluciones fáciles pueden socavar las bases de las instituciones democráticas. Lo que ocurre en Alemania es un reflejo de un fenómeno más amplio en Europa y en el mundo, donde el ascenso de movimientos de extrema derecha plantea un desafío a los valores fundamentales de libertad, igualdad y justicia.

La Alemania de 2024 se encuentra en una encrucijada, entre la promesa de un gobierno más conservador con tintes autoritarios y la búsqueda de una política más progresista y solidaria. El futuro del país dependerá de cómo se maneje esta polarización, si las fuerzas democráticas pueden encontrar puntos de acuerdo en los temas más críticos y si los ciudadanos son capaces de resistir las tentaciones de un autoritarismo que, aunque camuflado de soluciones simples, tiene

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