WhatsApp-Image-2021-11-11-at-14.44.26-2

Andrés Manuel en la ONU

La construcción de AMLO como una especie de enemigo público por parte de diversas derechas mexicanas es algo que tuvo un punto de inflexión en 2003, cuando su gobierno fue pábulo para que el PRD de aquel entonces se tornara en fuerza indiscutible en la Ciudad de México y él sobresalió como el candidato más fuerte a la presidencia de la República.

En ese contexto, sus malquerientes, encabezados por Vicente Fox, dieron un eje rector a su discurso: inventar barbaridades sobre lo que AMLO “iba a hacer” en vez de analizar con mesura lo que realmente ha hecho.

En el abanico de absurdos especulativos, destacaron dos: el mito de que si AMLO ganara la presidencia, el peso se iría a una devaluación sin precedentes al igual que los parámetros macroeconómicos, y el mito de que AMLO sería un ridiculizado político aldeano en el plano internacional.

A tres años del gobierno de López Obrador, el primer mito ha quedado anulado, en tanto que, diferentemente a sus antecesores, el peso se ha mantenido estable.

El segundo mito es más complejo, pues se inventó en tiempos donde el gobierno panista, y sus voceros panfletarios tenían una relación sumisa ante el gobierno de George W. Bush, al cual se sometían implícitamente al inventar que López Obrador, de ganar en 2006, se conflictuaría peligrosamente con el texano.

López Obrador en el plano internacional, ya como presidente, ha mantenido una política exterior prudente y cercana a principios democráticos que le dieron realce en el siglo XX. Su relación con América Latina es destacada, tiene visos de liderazgo regional, supo lidiar con el peligroso Trump de 2018 a 2020 y figura en el concierto internacional como un presidente conciliador.

En días recientes, López Obrador presidió la comisión de seguridad de la ONU, donde expuso un discurso histórico que recuerda a exigencias legítimas sobre cómo lidiar con los males del mundo: la desigualdad y la corrupción.

Más allá de los alcances del discurso, debe resaltarse el momento y el papel que el gobierno mexicano tiene en el panorama internacional, donde un hombre “de provincia” y que “no habla inglés” ha desplazado la rijosa y sumisa política exterior del anticomunismo postsoviético panista, esa que se conflictuaba de a gratis con medio mundo, en aras de relaciones más armónicas, y constructivas, con otros países del orbe.

En el fondo de la construcción de AMLO como enemigo público han abundado las mentiras, pero también las pulsiones racistas y clasistas de un sector al cual le molesta no el proyecto político de un hombre, sino que ese hombre, sin el relumbrón ficticio de las élites, ha logrado poner ese proyecto en la mesa internacional.

 

Sobre el autor

Comparte en:

Comentarios