El 9 de noviembre, el Presidente Andrés Manuel López Obrador asistió y presidió el Consejo de seguridad de la ONU, donde exhortó al organismo internacional a tener mayor determinación y protagonismo en el combate a la pobreza y al mal de las sociedades, la corrupción.
Andrés Manuel habló de la seguridad no como poderío militar o reducida visión de emplear la fuerza para conseguir control; por el contrario, el Presidente plantea un cambio de paradigma para entender que la paz es producto de la justicia social, en el que todos los esfuerzos de las naciones tienen que estar enfocados en atender las causas de la desigualdad que provocan las violencias.
El mandatario hizo una fuerte crítica al mencionar que la corrupción está manifiesta en la frivolidad, opulencia y poder transnacional de las élites mundiales que despojan a los pueblos de sus bienes naturales y privatizan las ganancias para socializar las pérdidas. La corrupción es la impunidad con la que operan las cooperaciones empresariales al anteponer las ganancias y acumulación de riquezas sobre la vida humana, todo en complicidad de los gobiernos corruptos que generan paraísos fiscales para ocultar las riquezas de unos cuantos.
Por ello, López Obrador tajantemente menciona las principales razones de la decadencia en la que vivimos, es decir: la acumulación de las riquezas en tan pocas manos a costa del sufrimiento de los pueblos, al igual que las modificaciones de las leyes para legalizar la explotación y la opresión del fuerte sobre el débil. Esto ha sometido a las sociedades al detenimiento de los valores como la generosidad, la cooperación, la solidaridad y la fraternidad, por lo que se ha antepuesto el capital sobre nuestra condición humana y robustecido la cultura del individualismo de la competencia, que es igual a condenarnos a la extinción y la destrucción del planeta.
En consecuencia, el Presidente anunció su propuesta del «Plan Mundial de Fraternidad y Bienestar», que consiste en que los esfuerzos mundiales estén guiados por la máxima de que «por el bien de todos primero los y las pobres». El planteamiento de López Obrador es combatir la pobreza del mundo a través de programas sociales, como ya sucede en México con Sembrando Vida, Jóvenes Construyendo el Futuro y becas para el estudio. En síntesis, se trata de buscar la incorporación de los pueblos a su derecho al estudio, al trabajo, salud y bienestar.
La propuesta de AMLO es atender a la población del mundo que sobrevive con menos de dos dólares diarios a través de programas sociales directos entre el organismo internacional y los beneficiarios; se puede financiar con la contribución voluntaria anual del 4% de las fortunas de las mil personas más ricas del mundo, la contribución voluntaria de las mil corporaciones con mayor valor en el mercado mundial, y la aportación del 0.2% del PIB de los países miembros del G20. De lograr dichas contribuciones, estamos hablando de un fondo mundial de 1 billón de dólares destinados a la humanidad para garantizar la dignificación de la vida de los y las más pobres.
El contundente señalamiento de Andrés Manuel es que «en el mundo actual la generosidad y el sentido de lo común están siendo desplazados por el egoísmo y la ambición privada», lo que nos conduce a la barbarie por la insaciable capacidad de lucro con la que operan el capitalismo. En consecuencia, exhorta al despertar de su gran letargo a la comunidad internacional para salir de los formalismos e ir a la atención de fondo a los problemas de los países pobres.
Como mencioné al inicio, la propuesta está fincada en cambiar el paradigma de la seguridad y romper la inercia de la barbarie. Toda esta propuesta de fraternidad universal está basada en la frase lapidaria de AMLO «siendo buenos podemos ser dichosos».
La intervención del Presidente en el consejo de seguridad de la ONU concluyó citando a dos gigantes de América Latina: primero, Morelos, quien hace más de 200 años en Los Sentimientos de la Nación enarboló «que se modere la indigencia y la opulencia», y después a Simón Bolívar, quien dijo que «el sistema de gobierno más perfecto es aquel que produce mayor suma de felicidad posible» y, junto con los pensamientos de Benito Juárez, es parte del ideario que guía nuestro internacionalismo.
En consecuencia, la Cuarta Transformación plantea la democratización del bienestar y profesar la fraternidad universal.