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Breve crónica del libre mercado: Tamaulipas

Por: Guillermo Mederos Figueroa

Negocios ilícitos e impunidad son la constante en el estado fronterizo del noreste mexicano desde el siglo pasado. El tráfico de mercancías es una de las profesiones que se ha afianzado en la cultura tamaulipeca, con la aduana más importante de Latinoamérica, 5 aeropuertos, la cuenca de gas más grande del país, 2 exgobernadores en la cárcel y el actual gobernador acusado de delincuencia organizada; así llega Tamaulipas al 2022.

Un trofeo, una tierra destinada a los designios de los vecinos, tanto del norte como del este; el proceso que nace desde mediados de los 80, consecuencia directa de lo acontecido en los años anteriores, es una crónica del mercado actuando sin moral, sin reglas, con plena impunidad y con la tranquilidad que dan los millones de dólares que produce una economía paralela, poderosa, con numerosos brazos, armados, políticos y empresariales.

La historia de Tamaulipas es la historia de una tierra suspendida en el aire, con hilos invisibles que evitan su caída, sin dueño aparente.

La regla número uno del neoliberalismo es la de dejar fluir y dejar ser al mercado, puesto que “Él” logrará regularse y brindará desarrollo, oportunidades y beneficios materiales. Promesas rotas, nos podría argumentar cualquier pescador de San Fernando, cualquier agricultor de Río Bravo, incluso los maquiladores de Matamoros.

El desarrollo de los últimos años únicamente ha sido para pequeños grupos empresariales y políticos, que han logrado encumbrarse como proveedores de un gobierno cada vez menos capaz de dar solución a problemáticas básicas. La legislación y justicia tamaulipeca han sido omisas, pues se han aplicado discrecionalmente, dependiendo del grupo político o del capital que te respalde. Algunos de los capitales que han crecido ya han establecido incluso como un gasto de operación los moches y las tajadas para que puedan continuar con sus operaciones; no hay reglas ni trabas si se tiene el suficiente dinero.

Tamaulipas es un ejemplo claro del libre mercado, no solo por el tráfico de miles de mercancías que diariamente cruzan la frontera norte, ni por los miles de tráileres que atraviesan el país para desembocar en Matamoros, sino por la economía fruto del intercambio de armas, de personas, químicos e hidrocarburos que acontece a plenitud en las tierras del noreste mexicano.

El desmantelamiento sistemático y la complicidad del gobierno tamaulipeco fue tejida desde los numerosos brazos de la economía paralela. Todo buen negocio se sostiene a si mismo, y es que las ganancias que genera el tráfico ilícito de mercancías le han comprado vida a ese modelo caduco. Si el gobierno tamaulipeco vive es a costa de un respirador artificial, a costa de compartir delitos y complicidades, pues con numerosas crisis humanitarias, escándalos, jugarretas legales, millones de pesos desaparecidos y poco menos del 70% de la población con un estado de vulnerabilidad económico, por no decir pobreza, la puesta en escena parece insostenible.

La realidad es que, pese a lo que nos duela, pese a las y los muertos que arrastran las familias tamaulipecas, la crisis que vivimos aún puede perdurar y acrecentarse, ese es el peligro. Si nuestras vidas tienen cifra, si nuestra dignidad puede ser pisoteada por dinero, tengamos la certeza que el movimiento encabezado por García Cabeza de Vaca y Acción Nacional seguirá pregonando y manteniendo el sistema de libertades para hacer dinero; y es que si la libertad para hacer dinero cruza por el homicidio y la tortura debe replantearse la libertad misma.

Lo que se juega en Tamaulipas no es un botín electoral ni de saqueo, es la dignidad de algunos millones de personas que, por algún azar, nacieron en esa tierra, la tierra que nos obliga a ser valientes y trabajadores, que nos obliga a las y los de abajo a afrontar el abuso y la impunidad con solidaridad y empatía. No conozco más manos tendidas que las de las comunidades tamaulipecas cuando enfrentan tragedias; solo las y los tamaulipecos podemos salvar Tamaulipas.

De ese tamaño es el reto. ¿Podrá la Cuarta Transformación establecer los pilares para devolverle la dignidad a Tamaulipas? ¿Estamos a la altura para generar un cambio? Nuestra cultura es la consecuencia directa del abandono y de la entrega de lo humano por el dinero. No nos culpo. ¿Cómo podemos ver la posibilidad de una mañana si solo conocemos la noche?

El 2022 se asoma a unos días y los mecanismos electorales ya están andando, el tablero está puesto, los peones siempre somos el Pueblo. ¡Apostemos a la justicia!


@GMederos_
Nacido en Ciudad de México, de familia tamaulipeca, creció en Tampico y la zona conurbada del sur de Tamaulipas. Estudió historia del arte en la Universidad del Claustro de Sor Juana, artista plástico especializado en grafiti, con participación política en el movimiento de regeneración nacional. Desde el 2018 es asesor parlamentario en el Senado de la República y ha coadyuvado en los procesos electorales de Tamaulipas desde 2018.

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