Hace quince días escribí un artículo-balance a pocos días de haber obtenido los resultados electorales de la jornada del 6 de junio; ahora, con el paso del tiempo y a casi un mes de las elecciones, quisiera escribir sobre algo de lo que casi no hablamos: una suerte de crónica que englobe algunas anécdotas y experiencias que vivimos en las campañas de la CDMX.
Lolita.
En la campaña por la diputación local del distrito 30 en la CDMX, se buscó otra forma de hacer campaña, mucho más cercana a la gente —de verdad—. Pero no solo eso, sino que se tuvo claro que la oportunidad de recorrer las calles y las casas de la ciudad también tenía que ser aprovechada para —al paso de los recorridos— hacer un diagnóstico sobre las demandas y carencias en Coyoacán. En este sentido, se crearon los #BarrioBocina: jornadas culturales y de activación comunitaria que servían para —a la par de hacer campaña— recoger los sentires de la gente y al mismo tiempo ofrecer un tiempo de recreación a los niñas y niños que se acercaran.
Así llegó un sábado de #BarrioBocina en la colonia Emiliano Zapata, una de las zonas más abandonas y conflictivas del distrito, donde poco entra el Estado y mucho la anarquía delictiva. Al poco tiempo de instalarse, llegó una niña muy entusiasta; un rato después de estar ahí ya había realizado todas las actividades que teníamos previstas para niños y niñas de su edad. Sin embargo, no se iba, en su rostro se veía una felicidad inigualable con la presencia de personas foráneas que llegaron —entre otras cosas— a ofrecerle un poco de atención y cariño. Conforme pasó la tarde, se fueron instalando en la plaza puestos de garnachas y nos dimos cuenta de que Lola era famosa, conocida entre todos los vendedores. No faltaba quien le ofreciera una hamburguesa, un dulce. De repente algo extraño resultó del comportamiento efusivo y a todas luces carente de cariño de la pequeña Lola. Al poco rato nos enteramos de que era una niña prácticamente de la calle, había crecido entre puestos del mercado y puestos del día de plaza. Lo más duro es que había sido abusada durante años por un señor de la colonia. Sin ahondar en su desgarradora historia, solo intento narrar la vida de tantos niños que viven en condiciones indignas y cuya sobrevivencia es producto de la caridad humana. También es importante mencionar que, por suerte, el DIF intervino hacía unos años. Las repercusiones de Lola en el futuro seguramente serán muchas, sin embargo, con una afortunada intervención del Estado y después con la llegada del abuelo que la rescató del abandono, con suerte, Lola podrá crecer con mejores condiciones. A Lola, un abrazo tierno eterno.
Esa bolita es para robar.
Después de algunas semanas de recorrer las calles del distrito 30 local en Coyoacán, la brigada iba recorriendo casa por casa, cuando un señor vio en una pared frente a la presencia del candidato los nombres “PRI, PAN, PRD” y no tardó en mencionar que “esa bolita es para robar”. Es verdad. El señor lo tenía más claro que nadie: la oposición se juntó, no por ideales o principios —al menos no ahora—, sino por la simple razón de “echar montón a Morena” porque solo así podrían realmente representar algo como oposición… y lamentablemente en algunos casos lo lograron.
Partido-movimiento.
Una asamblea vecinal se llevaba a cabo en la Prado Churubusco. Los brigadistas, como de costumbre, llegaron antes de la hora para convocar a los vecinos cercanos y a los transeúntes que se encontraran a la redonda. Una brigadista dio con una lavandería; dentro estaba Don Tomás, un adulto mayor, empleado en la lavandería. Al enterarse de la presencia del candidato en la asamblea, le pidió a la brigadista una pluma y una hoja, escribió una nota y dijo que más tarde se daría una vuelta.
La asamblea se llevó a cabo con normalidad. Cuando estaba a punto de concluir, y después de preguntar varias veces si algún vecino más quería tomar el micrófono, se acercó un señor bajo de estatura, flaco de complexión y dijo que él sí quería agregar algo ¡era Don Tomás!
Empezó hablando muy brevemente de la importancia de votar por Morena, pero como si fuera nada más un pretexto para calentar la garganta, cuando menos lo imaginamos empezó a entonar una hermosa canción mariachi que hablaba sobre la importancia de votar por Morena y apoyar López Obrador. Su voz era inigualable, los vecinos, brigadistas y gente que iba paseando nos quedamos petrificados frente a esa canción que salía por el micrófono para llegar a la bocina y convertirse en piel erizada por el cuerpo.
Lo que pedía en nota escrita era únicamente que ojalá algún día pudiera entonar su canción con un grupo profesional de mariachi a su lado.
Con el señor Tomás me quedó clara la idea de partido-movimiento, la esencia más profunda de Morena. En ningún otro partido, llegaría de la nada un Don Tomás a entonar improvisamente con todo el corazón y el sentimiento una canción dedicada en cuerpo y alma a la Cuarta Transformación de la vida pública de México.