Al niño que jugaba en Chapultepec
Desde 1997, la Ciudad de México (entonces Distrito Federal) es la arena donde se diferencian los dos proyectos de nación convergentes en el país; los resultados fructificaron y hoy en día el modelo social que la izquierda implementó en la capital se ha consolidado a nivel nación; no solo como gobierno sino transformando la Carta Magna con un robusto artículo cuarto constitucional que garantiza el acceso a una vida digna para los que menos tienen, entre otros derechos sociales y laborales que han distinguido al mandato de nuestro expresidente López Obrador así como al naciente gobierno de la Doctora Claudia Sheinbaum Pardo. Sin embargo, a pesar de lo anterior, el conservadurismo perdura hoy atrincherado en la desorientada oposición, el poder económico y en el Poder Judicial.
Fue en días pasados que nuevamente la Ciudad de México y más específicamente el Bosque de Chapultepec centraron las miradas en este choque de fuerzas, mientras en el sexenio de López Obrador se abrieron las 4 secciones del Bosque de Chapultepec al público resaltando su valor cultural y ambiental, dotando a los capitalinos de un lugar de recreación de primer mundo y que arropa diversas formas de expresión cultural y social, por otro lado nos encontramos a los poderes conservadores fácticos junto con un juzgado de distrito en materia administrativa quienes pretenden un desarrollo inmobiliario en dicha zona. Con una clara extralimitación de sus funciones jurisdiccionales buscan, además de menoscabar el medioambiente capitalino, imponer a la soberanía local electa mediante el voto popular, esta pretensión.
La indignación creció porque fue la oposición blanquiazul (la misma que se encuentra profundamente ligada al Cártel Inmobiliario) quien pretendió dar cauce a estos intereses en el recinto de Donceles; no cabe duda de la colusión del Poder Judicial (de ahí la urgencia de su renovación), oposición capitalina y cártel inmobiliario. Por parte de la defensa del proyecto de nación que hemos denominado Cuarta Transformación, la respuesta fue uniforme en conservar un predio incorporado en 1992 al Bosque de Chapultepec, para evitar con ello la especulación inmobiliaria, recalcando sobre todo que sean las autoridades votadas quienes en su soberanía realicen los actos que constitucionalmente se les ha conferido como lo es el cambio de uso de suelo. Tanto la presidenta de la República, como la Jefa de Gobierno, los diputados y diversos actores afectados, todos marcaron una posición incuestionable.
Aspiramos a que más espacios públicos tengan la intervención que tuvo Chapultepec a favor de la gente, así como lo tuvieron también en Iztapalapa con las UTOPIAS, mismas que, como se ha anunciado, serán uno de los ejes rectores de la Jefa de Gobierno Clara Brugada Molina, pensando en la ciudad que queremos a futuro, y con esto hilo la idea con otro hecho fundamental que sucedió en días pasados: el anuncio de la ruta hacia el Plan General de Desarrollo y el Programa General de Ordenamiento Territorial.
Para ello se ha emitido convocatoria para conformar el Comité que designe la propuesta de la persona titular del Instituto de Planeación, definiendo que sea una mujer, buscando la alternancia de género, una propuesta que en todo momento beneficia el diálogo y la construcción de consensos por procesos de consulta, frente a quienes se benefician de las deficiencias de los instrumentos de planeación buscando el interés de grupo y no de una ciudad que busca la resiliencia para tener una sustentabilidad a futuro.
En la ciudad se han librado muchas batallas entre el proyecto de nación progresista impulsado por el Obradorismo contra el conservadurismo; el último capítulo demuestra diametralmente las diferencias al contraponer la preservación ambiental ante intereses económicos. El actual gobierno de izquierda prioriza lo social y es por ello también que después de 27 años de gobernar la Ciudad de México (aun con el desacierto del bache mancerista) la población sigue respondiendo al proyecto cada vez más aterrizado que abandera el bien común sobre los intereses de un grupo.
Ahora toca involucrar a la ciudadanía en la construcción de la ciudad con futuro común que busca darle una prospectiva a la capital dentro de los próximos 20 años, buscando la sustentabilidad común como parte de este gran nuevo proyecto nacido desde abajo y a la izquierda. No desde las magistraturas con coerción a los representantes populares.