¿Cómo cubrir, desde los medios

¿Cómo cubrir, desde los medios, la violencia en el contexto mexicano?

Coahuila está de luto. Fue un pequeño de 11 años quien, dentro de las instalaciones del Colegio Cervantes, disparó el viernes pasado dos armas de fuego contra su maestra, seis personas más y, finalmente, se suicidó. El enterarme del suceso dolió, como estoy segura que afligió también a tantas otras mexicanas y mexicanos que estaban escuchando la radio. Primero sentí la incertidumbre, la consternación y la pesadumbre. ¿De dónde había sacado las armas? La conductora aseguraba que una de estas se trataba de un calibre .40, reservado para uso exclusivo del ejército. 

Sentí un nudo en la garganta al leer que la madre del menor había muerto tiempo antes, que su padre no lo visitaba y que por ello vivía con sus abuelos. Sin embargo, al día siguiente vino la rabia cuando desperté y encontré en redes sociales la portada de cierto periódico afamado que mostraba una cruda fotografía de los cadáveres de Torreón todavía en el suelo ¿De verdad hacía falta? 

Recordé un estudio que había leído hacía unos años de la Universidad de Arizona donde se postula que ciertas coberturas que hacen los medios de comunicación masiva sobre tiroteos escolares aumentan las posibilidades de que estos “se contagien”, es decir, que en las dos semanas siguientes hay una mayor posibilidad de que ocurran más eventos de violencia similar. 

Si bien me parece que sería bastante ingenuo pensar que la simple cobertura puede ser factor único que influya directamente en el resto de los estudiantes –premisa tan deficiente como el de los videojuegos violentos-, sí hay una responsabilidad de los medios sobre cómo se aborda el tema frente a la sociedad. Son los medios quienes tienen la capacidad de elegir qué temas serán los discutidos en la opinión pública. Debemos hacer una cobertura sensible desde los medios que sea responsable emocionalmente con los lectores, que concientice y sea un agente más en la prevención de estos sucesos. 

Por supuesto hay que contar los hechos como sucedieron y hace falta hablar de las responsabilidades políticas y el control de armas en todo México porque urge fomentar el desarme. Pero también hace falta hablar de la responsabilidad que deben tener los gobiernos para tratar la salud psicológica de todas las personas, especialmente durante sus años formativos, así como procurar difundir información con las herramientas emocionales para la ciudadanía. 

Hace unos días la Secretaría de Gobernación junto con el SIPINNA (Sistema Nacional de Protección Integral de niñas, niños y adolescentes) emitió un PDF con recomendaciones para responder a las necesidades de esta población después de sucesos violentos en el entorno escolar. El documento desarrolla seis puntos principales: no ocultar hechos ni evitar hablar de ellos; cuidar la sobre exposición a imágenes y noticias del hecho; hablar con niños, niñas y adolescentes de lo ocurrido según su edad; continuar con las rutinas diarias; cuidarse a sí misma/o; e identificar signos que puedan indicar que se requiere una análisis y atención especializada. 

Los medios de comunicación tienen la posibilidad de normalizar prácticas familiares y comunitarias de convivencia y reparación del daño. De promover el diálogo colectivo no solamente para aliviar los síntomas de angustia, sino también que busquen prevenir y alertar a padres de familia, profesores y autoridades sobre las necesidades emocionales y humanas que tiene la juventud y niñez, particularmente en un país tan violento y sanguinario como lo ha sido México en los últimos sexenios. 

Camila Martínez Gutiérrez. Estudiante de Comunicación Política en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM y tiene estudios en Filología Hispánica por la Universidad de Salamanca. Fue integrante del Primer Parlamento de Mujeres de la Ciudad de México.

@CamMttz

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