El pasado martes, la Cámara de Diputados aprobó la Ley Federal de Revocación de Mandato, que en esta ocasión irá dirigida al Presidente de la República. Nuestro país será el cuarto en América Latina, luego de Ecuador, Bolivia y Venezuela, en aprobar este mecanismo.
Además, México es el primer país en el que el propio Presidente propone someterse a la revocación, cumpliendo así una promesa de campaña y demanda de los mexicanos desde hace más de una década.
Lejos de las intenciones reeleccionistas que algunos analistas han señalado, la revocación de mandato es un intento de López Obrador y los legisladores del movimiento para democratizar la vida pública y para que en el futuro los gobernantes no vuelvan a pensar que son intocables y que los actos de deshonestidad no podrán ser castigados por el Pueblo.
90 millones de mexicanos están convocados a votar en marzo del próximo año bajo la siguiente premisa:
“¿Estás de acuerdo en que Andrés Manuel López Obrador, Presidente de los Estados Unidos Mexicanos, se le revoque el mandato por pérdida de confianza o que siga en la Presidencia de la República hasta que termine su periodo?”
Ahora bien, ¿cómo llegará Andrés Manuel al revocatorio?
Los números apuntan a que será una ratificación tranquila para el Primer Mandatario, pues la más reciente encuesta al respecto señala que el 59 por ciento de los mexicanos votaría por que se quede.
Asimismo, tan solo el 37 por ciento de los votantes estaría de acuerdo con que no continúe hasta septiembre de 2024, cuando concluya el actual sexenio, según la medición actualizada del diario El Financiero.
Por otro lado, hace una semana, Grupo Reforma publicó su encuesta sobre la aprobación presidencial, la cual es del 60 por ciento (con desaprobación del 37 por ciento), datos que el propio López Obrador conoce, pues ha expresado repetidamente su tranquilidad de pasar la prueba del revocatorio y “terminar la obra de Transformación”.
Políticamente no es muy distinto el asunto: por un lado, el Obradorismo se encuentra activo y expectante de la consulta popular, difundiendo y defendiendo los logros del Gobierno de la Cuarta Transformación, acompañando al Presidente y a los principales funcionarios del movimiento.
Mientras que, en la otra esquina, el bloque conservador incluso rechaza la idea de la revocación de mandato; es decir, quienes han intentado minar la confianza presidencial a toda costa y con base en cualquier tipo de artimañas, no ven en este ejercicio democrático la posibilidad de retirar del poder a su principal adversario.
¿Qué mejor oportunidad que por la vía democrática y en una consulta popular de presentar todos los argumentos en contra del Gobierno para removerlo? ¿Cuándo (si no ahora será) habrá una posibilidad tan clara de organizarse y presentarle a la población todos los motivos por los que López Obrador ha hecho mal las cosas?
Mi apuesta es que ni tienen la capacidad de organizarse para hacer frente al Obradorismo a nivel nacional, ni cuentan con las ideas o ni con un proyecto de país al que representar más que al de simplemente oponerse al cambio.
Aún falta tiempo y de aquí a marzo podrían pasar muchas cosas, pero tanto los números como la realidad política del país apuntan a que Andrés Manuel López Obrador llegará bien y fortalecido a la revocación tras presentar su Tercer Informe de Gobierno.
Además, de resultar victorioso con una ventaja considerable, podría ser un buen impulso para las elecciones de gubernatura que estarán en juego en 2022 y 2023.