Desde que recuerdo los jóvenes siempre han estado presentes en los discursos de las campañas presidenciales. Algunas veces con ofertas que fueron mentiras, pero nunca faltaron para adornar las arengas de los candidatos. Otras, con promesas que solamente sirvieron para seducir y conseguir votos del electorado joven. Aquí va un repaso.
En el 2000, el entonces candidato Vicente Fox decía: “Mientras no equipemos a cada chiquillo y a cada joven con un elevado nivel educativo, no habremos de alcanzar el país que queremos; lo que queremos es verles crecer con dignidad, con orgullo y con oportunidades, libres”. La chachalaca nos falló. No nos equipó ni nos permitió crecer. Su animadversión por López Obrador truncó la alternancia, y con ello, la posibilidad de tener verdaderas oportunidades y ser libres.
En 2006, en aquella polarizada elección, Felipe Calderón expresaba: “¿Quieres seguir estudiando, pero no tienes lana? Por eso vas a tener apoyo económico, porque conmigo tu chamba será estudiar”; y al hablar del Primer Empleo afirmaba: “Para la primera vez que te contraten, las cuotas al Seguro Social por el primer año van a ir por cuenta del Gobierno Federal”. El espurio, como su presidencia, fue un fraude. En Guerrero, por ejemplo, los jóvenes fueron contratados como halcones y como sicarios, en su fallida guerra contra el narcotráfico, y las únicas cuotas fueron por el derecho de piso que llegó con el crimen organizado.
Para 2012, Peña Nieto con su telepromter manifestaba: “Como Presidente de México me comprometo a crear condiciones para que nuestros jóvenes encuentren un trabajo de calidad y promoveré los programas de empleo temporal y servicio social remunerado”. Sinceramente, no tiene sentido perder nuestro tiempo en el sexenio más corrupto del que se tenga memoria.
Contrario a sus antecesores, el candidato López Obrador siempre aseveró en sus discursos, en 2006, 2012, y 2018, el apoyo que recibirían las y los jóvenes al llegar a la Presidencia de la República. A nadie debiera sorprenderle que Jóvenes Construyendo el Futuro sea la principal política social del gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador y, por ende, uno de los pilares de la Cuarta Transformación.
Por supuesto que me encantaría ser beneficiario de JCF, imagínense: recibir capacitación para el trabajo, contar con seguro médico, y tener la posibilidad de llevar a casa $3,748 pesos al mes, durante los 12 meses que dura el programa, era algo impensable en los gobiernos del viejo régimen.
Me sentiría orgulloso de ser uno de los 2,300,000 jóvenes aprendices que, a lo largo del sexenio, tendrán la oportunidad de recibir tutoría de una empresa, institución pública u organización social, para desarrollar habilidades y talentos, y generar experiencia laboral.
Construir el futuro nunca ha sido fácil, pero erigirlo con un gobierno que garantiza piso parejo para sus jóvenes es menos complejo que el futuro que a muchos nos tocó construir en los gobiernos neoliberales. Aquí es donde el reconocimiento de puño y letra que el Presidente López Obrador entregará a la totalidad de las y los aprendices cobra sentido; no se trata de firmar dos millones trescientos mil certificados que, por cierto, la mayoría de sus receptores enmarcará y colgará en el lugar más visible de su casa, porque más que una constancia de las habilidades y competencias adquiridas, es el testimonio de un presidente que nos permite acariciar una utopía y hacer un sueño realidad: un México más justo, menos desigual, y con oportunidades para todos. Eso es construir el futuro.
Angel Pazos. Guerrerense 4×4, todo camino, todo terreno. Cuenta con estudios en Ciencias Políticas y Administración Pública por la UNAM, y colabora en el Diálogo Sindical y de Género de la Fundación Friedrich Ebert en México. Habla mucho y escribe poco, siempre a título personal.
@angel_pazrom