Crisis y juventud

Crisis y juventud

El mundo tiene hoy día la población joven más grande de la historia.
Los discursos oficiales suelen hablar de las juventudes como «el futuro del mundo», un grupo etario más o menos definido que tiene en sus manos el «poder» de la construcción de un mañana amable, casi de ensueño.
Lo que hoy somos y han hecho de nosotros, en realidad, es la generación testigo de un mundo agonizante, consecuencia del recrudecimiento del capital; de cómo las conquistas alcanzadas por luchas de otras generaciones pueden arrebatarse con relativa facilidad y con completa impunidad.
En México, uno de cada cuatro habitantes pertenece a este grupo. ¿Cuál es nuestro futuro? Somos una generación que, hoy por hoy, no tiene acceso a una vivienda digna, mucho menos propia; para la que el desempleo y los trabajos precarios, por decir lo menos, son la noticia diaria; que vive en los tiempos de la emergencia y el desastre natural; una que depende de un sistema de salud y educación pública cada día más desmantelado…
Nuestra generación está viendo y viviendo nuevas formas de guerra, fenómenos síntomas de esta podredumbre sistémica -como masivos desplazamientos forzados y las guerras por el agua-. De pronto nos toca vivir en los tiempos de un nuevo ascenso del fascismo, del recrudecimiento de las formas de odio, de los embates cada vez más duros y certeros de la derecha en su esfuerzo por no soltar los beneficios de los históricamente poderosos.
Somos el grupo poblacional que más se está suicidando en planeta.
No digo aquí que las juventudes de otros tiempos no vivieran dificultades, pero esta es la crisis en que nuestra generación se enmarca y en la que habitamos. Así que, ¿qué nos toca?. Pululan las respuestas falaces que, a través de inacabables eufemismos y discursos posmo, nos pintan rutas siempre reformistas para hacernos creer que las cosas van a ir mejor.
Le dicen «coliving» a no poder vivir en un espacio digno; le dicen «amigables con el medio ambiente» a nuevas cosas inservibles por las que se sobreexplota y contamina al planeta; le dicen «ser tu propio jefe» o «ser emprendedor» a no tener un trabajo digno; le dicen «socialmente responsable» al burgués que explota la tierra y a las personas, pero con buena cara, de buena fe; le dicen «empoderado» al que se ciñe a las normas del sistema para triunfar en sus términos…
Abundan los discursos y acciones que esterilizan las demandas populares y esfuerzos por cambios sociales y anteponen visiones profundamente individualistas a las que abogan por el bienestar colectivo -he visto a muchos jóvenes hacerse veganos por causa del sufrimiento animal e ignorar las terribles consecuencias socioecológicas de la producción masiva de lo que consumen-.
Hace falta radicalizarnos. Nombrar sin ambigüedades las causas y las consecuencias para impulsar transformaciones estructurales: esta crisis amerita revolucionar.
 

Paola Ramos Chiapaneca. Egresada de Comunicación y Periodismo por la UNAM. Forma parte del Campamento Nacional de la Juventud Antifascista y Antiimperialista y de la 17a Escuela para Jóvenes Defensores de Derechos Humanos. Ha colaborado en SinEmbargo.mx, Reforma, El Big Data y Cencos. 

@paooramoos 

Otros textos de la autora:
-#FridaysForFuture y la lucha por la vida
-Cuestionar esta patria
 
 

Sobre el autor

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