Cómo combatir el oportunismo.
La estrategia para desgajar a la mafia del poder y que no tuviera manera de sostenerse en la boleta presidencial de 2018 fue un éxito, en adición al gran esfuerzo colectivo de millones de simpatizantes organizados y la histórica lucha del Presidente Andrés Manuel López Obrador. La rebelión electoral y la votación arrasadora de 2018 tienen varias explicaciones:
- Aumento histórico de los índices de corrupción, pobreza y desigualdad.
- Canalización del descontento social exacerbado -producto de la profunda crisis política, social, económica y ética- hacia la organización popular de Morena.
- Hartazgo de la oferta política tradicional que generó un clima de ingobernabilidad.
- Conformación de una amplia coalición política y social con sectores de la población nunca antes tomados en cuenta.
- El uso extensivo e intensivo de las redes sociales como método de combate a la desinformación y la manipulación de ejercían los medios de comunicación al servicio de la mafia del poder.
- Una potente campaña del Presidente Andrés Manuel López Obrador a ras de piso que recorrió todo el país informando sobre la gravedad de la crisis nacional, recogiendo el sentir popular y ofreciendo propuestas concretas de combate a la corrupción, la pobreza y la desigualdad.
Tras la victoria, los logros históricos del Gobierno de México hablan por sí mismos, siendo los más importantes -para quien escribe esto- haber sacado a 5.1 millones de personas de la pobreza, y que 25 millones de familias reciban una parte del presupuesto mediante becas, pensiones y apoyos. Desde entonces, la cosa ha cambiado mucho, políticamente. El Presidente, Morena y la Cuarta Transformación se ganaron la confianza de la gente porque le cumplieron con creces todas las promesas de campaña.
La marea guinda se desbordó desde 2018 y ha tomado fuerza en cada elección local y federal en la que ha participado. Gracias a un despertar popular -alimentado por las redes sociales que combaten la infodemia- y a que la derecha rancia es incapaz de articularse porque no tiene nada qué ofrecer a un Pueblo que ha maltratado desde hace décadas, Morena se ha quedado sin rivales y con el camino despejado.
Esto ha provocado que perfiles de derecha con antecedentes de corrupción, prohibición de derechos, operación electoral ilegal, enriquecimiento inexplicable y con amplio historial de ataques mediáticos contra el movimiento y el Presidente busquen ocupar cargos de representación por Morena, al no tener posibilidades de triunfo en sus raquíticos partidos conservadores.
La variedad de simuladores y farsantes que zopilotean Morena de cara a las elecciones de 2024 para hacerse de una curul o una presidencia municipal es amplia: desde pillos de ligas menores hasta quienes se enriquecieron al amparo del poder; políticos prepotentes priistas y panistas, juniors millonarios, conservadores antiderechos y maleantes de cuello blanco están buscando ser los abanderados de un partido que se creó precisamente para combatirlos, hace una década. Un partido que no conocen, no representan y no respetan.
Indudablemente, la mafia intentará asaltar el partido que la aplastó en 2018. Y eso no debe ocurrir, porque anularía la razón de existir del partido, que es el combate frontal a todas las formas de corrupción.
Por eso, es momento de que Morena cierre filas contra el oportunismo político, para que las posiciones de poder en los estados, municipios y distritos sean ocupadas exclusivamente por referentes del más alto orden ético y moral, compatibles con el perfil de AMLO: honestas, austeras, eficaces y con claridad en los principios y las prioridades de la nación. Perfiles sin vicios políticos.
Morena goza de una popularidad nunca vista en México, y eso es lo que le hace ganar las elecciones a nivel local, además de la reputación intachable del Presidente. Por eso el discurso de que los perfiles –famosillos- migrantes de otros partidos vienen a impulsar a la 4T es falso. Lo verdaderamente importante es mantener esa popularidad con perfiles limpios y honestos, con los que el Pueblo se sienta representado y no sustituido.
Y no deben ser únicamente los perfiles más conocidos quienes ocupen las candidaturas, como si el perfil ético y la autoridad moral no fueran imperativos en un partido que se formó con el único propósito de regenerar la vida pública nacional, que destruyeron los conservadores y corruptos.
Dos propuestas para combatir el oportunismo político en Morena son:
- La implementación de filtros para que en las encuestas no participen perfiles corruptos pero muy conocidos, emanados de las mafias locales.
- Que las encuestas fijen una metodología clara que no utilice únicamente el parámetro del conocimiento -al que únicamente pueden acceder millonarios y famosos- sino también de parámetros positivos, como honestidad, confianza, austeridad, cercanía con el Pueblo y capacidad; así como parámetros negativos, como corrupción, desconfianza, delitos demostrados, acciones contrarias al bienestar popular e incapacidad.
No todos los que van llegando a Morena son traidores, así como no todos los fundadores son leales. Quienes provienen de otros partidos o se sumaron recientemente a las filas de Morena y tienen ganas de ayudar en las tareas del partido son bienvenidos, de donde sea que vengan y de todo corazón. Solo que, en lugar de llegar a casa ajena y de inmediato pedir la recámara principal, primero deberían limpiarse los zapatos y preguntar en qué pueden ayudar.
No debemos olvidar que Morena es más que un partido o un movimiento: Morena es una idea de transformación, de honestidad y de hacer las cosas bien. Morena es la idea de no mentir, no robar y no traicionar al Pueblo. La gente se emociona cuando habla y escucha de Morena, porque es una idea de esperanza, de hacer historia y de cambiar al país. No tenemos derecho a fallar.