Decía Ernesto Laclau: cualquier construcción populista a medida que articula demandas heterogéneas, su ‘enemigo’ se vuelve más impreciso, más difícil de nombrar, ya que en el momento en que las demandas se insertan en una cadena equivalencial, sus particularidades dejan de prevalecer. La frontera antagónica presenta una dinámica que provoca el desplazamiento de la línea en una dirección u otra.
En este sentido, podemos ver que el obradorismo, de 2004 a 2010, tuvo claro a su ‘enemigo’: la mafia del poder, un grupo integrado por políticos mayoritariamente del PRI y del PAN, así como empresarios que se habrían encargado de saquear al país. Conforme algunos personajes pertenecientes a la ‘mafia’ se sumaron a las filas obradoristas, el nombramiento del enemigo se volvió más ambiguo. Fue el arribo de ciertos arrepentidos y otros oportunistas lo que provocó que la frontera antagónica se dislocara. No obstante, pocos se atreverían a negarle al obradorismo la definición de su enemigo o su compromiso histórico con las víctimas, las mujeres y las comunidades indígenas.
La relación de la Cuarta Transformación con estos colectivos se ha tensado y quienes sólo quieren dañar al gobierno, buscan sacar provecho de la situación, no por una convicción ideológica, sino por recuperar los privilegios y espacios de poder perdidos, o ¿cuándo vimos un acompañamiento de los gobiernos del PRI y PAN a estos grupos? Los opositores son aquellos que un día dicen que estamos a dos meses de ser Venezuela y al otro critican a AMLO por su cercanía con Trump; quienes un día son expertos en seguridad, al otro son versados en medicamentos y farmacéutica; al tercer día se tornan ‘feministas’ y completan su semana dando lecciones de economía.
Distinguir entre los oportunistas montados en demandas que nunca defendieron es una tarea pertinente. Si la articulación es un objetivo primario de la construcción hegemónica, igualmente lo es separar, dividir, nombrar al ‘enemigo’, saber dónde marcar la frontera. Diferenciar a Sicilia y LeBarón de los nefastos que marcharon con ellos es primordial. La justicia y pacificación que buscan las víctimas y sus familiares deben ser atendidas, el mismo caso ocurre con los nuevos ‘feministas’ y las mujeres que históricamente han enarbolado la igualdad de género y luchado contra los feminicidios. De igual manera, van los otrora ecologistas que se encargaron de despojar de sus territorios a las comunidades y ahora son sus ‘férreos defensores’. El gobierno debe atender a estos sectores: responder enérgicamente con un plan para detener los feminicidios, establecer mejores puentes de comunicación con las comunidades para el desarrollo del Tren Maya, escuchar a Sicilia y a LeBarón como interlocutores.
Los opositores son esos oportunistas que conducen la mayoría de los medios, los panistas, el calderonismo, que nunca se interesaron por ninguno de estos grupos; no las mujeres, ni las víctimas, ni las comunidades escépticas del Tren Maya. Las feministas tienen como enemigo al patriarcado; las víctimas, esta guerra contra el narcotráfico que destrozó al país; las comunidades, a los gobiernos locales y empresarios que los despojan de sus tierras. En ninguno de los tres sectores, se ve al gobierno como el enemigo, sino que se le reclama un mejor desempeño.
La introducción de un gobierno popular incrementa las demandas populares-democráticas porque éste cuenta con la legitimidad y confianza del pueblo para atenderlas. Poco tiene que ver aquel “Fue el Estado” tras la desaparición de los 43 de Ayotzinapa con la presión social para que el gobierno detenga los feminicidios. En uno se denuncia al Estado como responsable de un crimen, en el otro se le exige acciones precisas y resolutivas.
La labor de cualquier bloque dirigente y no sólo dominante es acercarse, inspirar, configurar una atmósfera que atraiga nuevamente a estos grupos con políticas públicas concretas, con sensibilidad y empatía.
“La hegemonía se mueve en la tensión entre el núcleo irradiador y la seducción de los sectores aliados laterales”, expresa Íñigo Errejón. Vale la pena no olvidarlo.
Alex Moreno. Licenciado en Geografía, UNAM-Universidad de Hamburgo. Primer lugar del Concurso Nacional de Tesis (2017), por la Sociedad Mexicana de Estudios Electorales. Maestro en Ciencia Política por la Universidad de Essex.
Twitter: @alexmrhdz