“Peña, bombón, te quiero en mi colchón”
Mensaje mostrado en un evento de campaña de Enrique Peña Nieto.
En mi colaboración anterior, hablé sobre el espuriato de Felipe Calderón; enano (mental) megalómano sediento de gloria inmediata, del fraude con que fue impuesto en contra de la voluntad popular y del baño de sangre en que sumió al país en aras de “legitimarse” en el ejercicio del poder.
Reza el clásico que “quien paga para llegar, llega para robar”. Nuestra democracia sufrió un golpe demoledor con la llegada de Peña Nieto al poder. Impuesto por las élites, rebasando los topes de campaña por casi 2 mil millones de pesos, e inyectando de manera oficial a “comunicación social” (chayote, pues) unos 60 mil millones de pesos, Peña hizo de su gestión una fiesta de frivolidad, fruslería y trivialidad.
También, fue una fiesta de corrupción en todos los ámbitos de la administración pública. Muchos funcionarios de su gabinete, enfrentaron cargos penales por enriquecimiento inexplicable, corrupción, crímenes de lesa humanidad y más. Emilio Lozoya, Rosario Robles, los Duartes (en de Veracruz y el de Chihuahua) Murillo Karam, Gerardo Ruíz Esparza y más. Él mismo tuvo que auto exiliarse en España por su rampante corrupción y su involucramiento en el caso de Ayotzinapa.
Muchas fueron las ocasiones en que el gobierno peñista recurrió al uso desmedido de la fuerza para acallar a sectores opositores. La democracia en construcción vería al fin una oportunidad real de ejercer un cambio de paradigma. La politización de la población que se venía gestando desde que López Obrador fuera jefe de gobierno (y luego auto proclamado presidente legítimo) y con sendos fraudes a cuestas hicieron que las elecciones de 2018 fueran unas de las más competidas en la historia reciente del país.
Hubo infinidad de intentos de sabotaje, la maquinaria (literalmente) de mentiras que funcionaba a base de inmensas cantidades de dinero (Como la “Operación Berlín”, auspiciada, financiada y operada por Krauze) fueron parte de la maquinaria a vencer en 2018.
López Obrador se alzaría con un triunfo inobjetable y los cambios que empezó a implementar fortalecerían la vida democrática de nuestro país, pero de eso hablaremos en el siguiente episodio.
Esta serie de artículos que llamé “Democracia incipiente” está por llegar a su fin. He hecho un repaso somero de la historia de nuestro territorio, desde las culturas precolombinas hasta nuestros días. El hilo conductor ha sido precisamente la Democracia y los largos y complejos procesos que hemos atravesado como nación. Desde el imperio Mexica, la Colonia, la Independencia, la Reforma, la Revolución y lo que hoy por hoy conocemos como Cuarta Transformación y su continuidad con la presidenta Sheinbaum. En el próximo artículo retomaré las preguntas iniciales, mismas que pueden encontrar en el primer artículo de esta serie: ¿está en peligro nuestra democracia tal como vociferan en el sector opositor? ¿Es la democracia un sistema político ajeno a nosotros? ¿O es que apenas empezamos a vivir una democracia plena? Nos vemos.