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El 18 Brumario de Donald Trump

El título alude a la obra El 18 Brumario de Luis Bonaparte de Karl Marx. El texto del historiador data de 1851-1852 y lo hizo con doble intención: lanzar su propuesta teórica sobre la naturaleza, método y lectura de la historia a través de la crítica, como ninguna en la época, quizá solo alcanzada por la caricatura política de los diarios de entonces, sobre la constitución del II Imperio Francés al proclamarse Napoleón III, emperador de Francia y los franceses. Todo, tras un golpe de Estado a la II República, una nacida de la voluntad popular, la resistencia en calles, el enfrentamiento en barricadas. Víctor Hugo lo narra de mejor manera. Fue la época que retrata en Los Miserables.

Marx propuso, en su obra, que la historia sí se repite, pero no de la misma manera que la vez primera. Es decir, no es un ciclo o círculo perfecto, sino una espiral ascendente. Así, su réplica es una versión ridícula de la primera. Al historiar cómo Luis Napoleón Bonaparte —sobrino del gran corso, Napoleón, el general que se hizo cónsul y se coronó emperador— siguió, a través del golpismo, la mentira, el engaño y las falsas esperanzas al pueblo francés el camino del tío hasta constituirse en Napoleón III, Emperador de Francia, traicionando así la voluntad del pueblo que recuperó la soberanía en una segunda revolución hecha para recuperar lo perdido tras la restauración de la monarquía y la caída de la Primera República.

La promesa del sobrino era recuperar la gloria de Francia. Se enemistó con todos, hizo la guerra a todos. Invadió México para constituir un dique de contención al ascenso de los Estados Unidos y sí, alcanzó signos de grandeza, pero efímera. Cayó mucho antes de lo esperado pues el modelo, simplemente fue insostenible. Así está Trump en estos momentos.

Donald ha sido digno de la sátira, como ningún otro presidente en la época reciente, aunque, quizá, si tomamos en cuenta su primer período, está sólo por encima de sí mismo. Son magistrales tanto cartones como memes producto de las declaraciones que un día sí y otro también, escupe al aire. Ya hay quien, en plena burla, habla del Trump’s rage o Trump’s revenge. El 18 Brumario de Donald Trump tiene que ver, sí, con su primera presidencia y su discurso de Make America Great Again.

La grandeza a la que se refiere no puede ser otra más que aquella que el país al norte construyó durante el siglo XIX, a expensas de las naciones más débiles, especialmente la mexicana. Basta con revisar los acontecimientos de la Independencia de Tejas (1835-1836) y la Guerra a nosotros. Por la naturaleza de sus acontecimientos, los historiadores la refieren como “La Guerra a México de los Estados Unidos,” en franca referencia a que fue una guerra que solo ellos buscaron y provocaron, además del gran dejo de inmoralidad, según lo plasmó Nicolás P. Trist en sus memorias sobre la negociación del Tratado de Guadalupe Hidalgo. Cerró el trato con el resultado que todos conocemos a pesar de la furia de Polk, pues, aunque la Guerra había terminado, ya estaba enarbolando un discurso más agresivo que el primero. Quería usar el desenlace del conflicto como plataforma electoral. Quería reclamar, ahora, todo México a favor de la grandeza de América, para cumplir su destino manifiesto.

El camino lo iniciaron al reclamar la defensa de la frontera tejana, la cual recién independizada, apenas 10 años después, firmó su anexión a los Estados Unidos ya liderados por James Knox Polk. Volcó de inmediato su discurso de leyenda negra contra México, aduciendo al despojo e inseguridad provocada por los mexicanos quienes demostraron que la frontera entre ambos estaba establecida en el Río Nueces, no el Bravo. Estados Unidos llevó tropas, provocó incidentes a grado tal que los soldados de la nación tuvieron que reaccionar, teniendo Polk el pretexto para incitar al congreso y la sociedad a justificar la invasión.

Hoy, a casi 200 años, surge este personaje, Trump, con un discurso similar —tan o más ridículo que el decimonónico—. Ya militarizó la frontera, ya sobrevuela nuestras aguas abiertamente, sin tapujos, so pretexto de su seguridad y la declaratoria unilateral de la existencia del terrorismo en México bajo la forma de los cárteles del narco, sin tomar plena consciencia de todo lo que ello implica —¿acaso el narco opera en una isla? Mr. Trump, ellos representan intereses internacionales, cuidado con su discurso.

Ahí está el Gral. Gregory Guillot, jefe del Comando Norte de los Estados Unidos, aceptando y justificando ante comisiones de su Senado que sí, desplegando efectivos en la frontera —y necesitarán más—. Dice que sí están sobrevolando aguas mexicanas en pleno ejercicio de espionaje a los cárteles mexicanos y que van por más. Pide, urge, la presencia de portaviones en las aguas del Golfo de México. Intervencionismo que sin duda define la naturaleza del 18 Brumario de Donald Trump quien, ante el mundo, está siendo ridículo. Sin embargo, ¿cómo ponerle un alto? ¿Quién? ¿Las instancias legales y el derecho internacional serán opción? Eso solo sirve cuando ellos lo necesitan.

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