Las tecnologías de información y comunicaciones (TIC) facilitan la vida de los humanos. Pero si no están al alcance de todas y todos, generan una profunda desigualdad.
Bajo ese entendido, el Gobierno Federal contrató los servicios de Starlink, empresa de Elon Musk, para llevar internet a las zonas más remotas de México.
Starlink es una empresa dedicada al servicio de internet satelital. Esto significa que, a diferencia de como sucede en las grandes urbes, en donde recibimos nuestro servicio de internet a través de cables (por eso tanta maraña en los postes de las ciudades), el servicio se recibe de manera inalámbrica desde satélites. Es similar a la diferencia entre la televisión de cable, que llega por cable coaxial a los hogares, y la televisión satelital, en la que es necesario colocar una antena parabólica en el techo para recibir toda la información de cientos de canales desde un satélite.
Esta tecnología no estaba disponible hasta hace poco, porque si bien ya existían servicios de internet satelital, éstos se proporcionaban desde satélites geoestacionarios. Dichos satélites, por la necesidad de mantener una posición fija en su órbita alrededor de la Tierra, deben estar a una distancia de 36 mil kilómetros en el espacio. Esto es un problema para los servicios de internet porque la latencia (la demora entre el satélite y el receptor) es demasiado alta y la navegación en internet, especialmente el streaming, resulta muy lenta e incómoda.
Starlink es una constelación de satélites, similar a la que usa el sistema GPS. Por lo tanto, al igual que con las antenas de telefonía celular, el servicio de internet se entrega desde varias fuentes; en este caso desde muchos satélites. Más de 2500 satélites de Starlink orbitan la Tierra a unos 500 km de altura. Imaginen esa cantidad de satélites, volando a 30,000 km/h, dando 12 vueltas a la Tierra al día, ofreciendo servicios de internet a todo el mundo. Sólo pensar en la complejidad de la ingeniería detrás de esta tecnología puede ser abrumador. Es fascinante.
Bueno, pues esa fascinante constelación de satélites será puesta a disposición de las comunidades más remotas de nuestro país de manera gratuita. Se invertirán hasta 3 mil millones de pesos en dos contratos para una colaboración entre la empresa de Elon Musk y la CFE que, además, ha estado trabajado en los últimos años en el fortalecimiento de la infraestructura para servicios de telefonía celular en zonas rurales.
Andrés Manuel López Obrador prometió llevar internet a todo el país. Él entiende que la brecha digital, la desigualdad en el acceso a las TIC, estimula la desigualdad económica y social. Hoy en día, quienes no pueden conectarse a internet de manera accesible y eficiente, cargan con una enorme desventaja en sus escuelas, trabajos, para realizar cualquier tipo de investigación o búsqueda de información. Es indispensable que todas y todos los mexicanos tengamos acceso expedito a la red de conocimiento más importante de la historia de la humanidad.
Demos por hecho que las grandes empresas de comunicaciones jamás se preocuparán por llevar dichos servicios a las regiones más recónditas, y por lo tanto, casi siempre, las más pobres del país. Simplemente porque no es negocio para ellas. Y es ahí, cuando el libre mercado hace aún más daño, donde es necesario que el Estado intervenga más fuertemente. Y vaya que lo está haciendo, invirtiendo miles de millones y contratando constelaciones de satélites.
Junto al derecho a la salud, la educación, la vivienda y el trabajo, el acceso a las TIC fortalecen el derecho a la vida digna. Los esfuerzos que ha hecho la 4T por fortalecer la conectividad de todo México son parte de esa lucha.