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El doble juego de las grandes marcas en los Juegos Olímpicos

En París 2024 estamos viendo una vez más cómo grandes marcas intentan mejorar su imagen «apoyando» al deporte a pesar de sus impactos negativos en la salud. Coca-Cola, una de las mayores empresas de refrescos del mundo, sigue siendo un patrocinador prominente, aunque es conocida por contribuir a enfermedades relacionadas con el consumo excesivo de azúcar, la explotación de recursos hídricos y la contaminación por envases de plástico.

En junio de 2017, McDonald’s y el Comité Olímpico Internacional (COI) rompieron una relación de patrocinio, que duró décadas, debido a la creciente presión pública. Los críticos señalaron la hipocresía del COI al aceptar fondos de una empresa de comida rápida mientras pregonaba su compromiso con la salud. Esta disolución refleja un creciente reconocimiento de la incoherencia entre los valores del deporte y los intereses comerciales de algunas grandes marcas.

París 2024 prometió ser diferente, con el COI enfatizando la venta de alimentos más locales, sostenibles y saludables. Esta promesa parece alinearse con la “visión” del COI de «crear un mundo mejor a través del deporte». Sin embargo, el continuo patrocinio de Coca-Cola sugiere lo contrario. Desde 1928, Coca-Cola ha sido un socio firme de los Juegos Olímpicos, a pesar de su asociación con la obesidad y enfermedades prevenibles como la diabetes tipo 2 y enfermedades cardíacas.

Investigaciones recientes, como las publicadas en el Journal of the American Medical Association en 2019, han demostrado que el consumo de bebidas endulzadas, tanto con azúcar como con edulcorantes artificiales, se asocia con la mortalidad por todas las causas. Además de sus efectos sobre la salud, las empresas de bebidas como Coca-Cola son grandes productores de plásticos de un solo uso, contribuyendo significativamente a la contaminación ambiental.

¿Cómo puede la gran industria de las bebidas endulzadas seguir teniendo un papel tan prominente en los Juegos Olímpicos? La respuesta es en gran parte económica.

Coca-Cola utiliza su asociación con los Juegos Olímpicos para mejorar su imagen, en una estrategia conocida como sportswashing. Al continuar patrocinando un evento que atrajo a 3 mil millones de espectadores durante Tokio 2020, Coca-Cola intenta desviar la atención de su reputación deteriorada.

Por ejemplo, en el sitio web de los Juegos Olímpicos, Coca-Cola destaca el efecto «refrescante» de sus productos en atletas y espectadores, y su inversión en el deporte juvenil y la sostenibilidad. Estas afirmaciones contrastan con la realidad de millones de niños y niñas que, con acceso limitado a opciones saludables, están expuestos a anuncios de bebidas azucaradas durante la transmisión olímpica.

Al mantener su acuerdo de patrocinio con Coca-Cola, el COI contradice sus propios valores declarados. Describir esta asociación como algo que «crea expectación entre el público» ignora convenientemente los perjuicios para la salud y el medio ambiente. Esta alianza de conveniencia entre dos potencias, enmascarado como un puente virtuoso, expone a millones de jóvenes a productos poco saludables.

Hasta que el COI no escuche la oposición mundial a este patrocinio, la unión de 96 años entre Coca-Cola y los Juegos Olímpicos continuará. A nivel mundial los aficionados al deporte y defensores de la salud pública, medios de comunicación y atletas manifiestan su oposición con la campaña «Kick Big Soda Out of Sport» (Saquemos a la gran industria de las bebidas azucaradas del deporte), organizada por destacadas organizaciones de salud global, que busca alertar sobre los daños a la salud y el medio ambiente causados por estas industrias.

Esta campaña incluye una petición para instar al COI a poner fin a su patrocinio con Coca-Cola. A medida que más personas se sumen, el alcance de la campaña y la petición crecerá, creando mayor conciencia e incidencia.

Al término de los Juegos Olímpicos de Verano de 2024, los organizadores de «Kick Big Soda Out of Sport» presentarán la petición al COI, argumentando que Coca-Cola no tiene lugar en un entorno deportivo, igual que McDonald’s en su momento.

En México, organizaciones como la Alianza por la Salud Alimentaria han exigido al COI que termine su convenio publicitario con Coca-Cola. En una reciente protesta frente al Comité Olímpico Mexicano, se destacaron que Coca-Cola utiliza eventos deportivos para maquillar su imagen, a pesar de los estudios que vinculan el consumo de sus productos con enfermedades crónicas.

Además, Coca-Cola produce más de 134 mil millones de botellas de plástico, de las cuales sólo una minoría es reciclada. Según estudios de Greenpeace y universidades mexicanas, las empresas refresqueras son principales generadoras de contaminación plástica, causando graves daños a la biodiversidad y la salud pública. Asimismo, se señaló la explotación de recursos hídricos, con Coca-Cola utilizando el agua de 950 mil personas en México en 2023.

Es hora de reevaluar la relación entre el COI y Coca-Cola; por la salud de todos, debemos cuestionar la presencia de bebidas endulzadas en eventos deportivos y buscar alternativas más saludables y sostenibles, sigamos levantando la voz para evitar así la explotación de los recursos por parte de empresas que sólo traen enfermedad y caos a nuestra región.

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