Son negocios y un espectáculo, su show. Está preparando el terreno para irrumpir el escenario de forma embotadora. Conoce del mundo del espectáculo gracias a su empresa de concurso de belleza y vaya que usa los recursos faranduleros para llevarnos a donde él quiere. Sobre decir que me refiero a Donald Trump.
Un día sí y otro también declara sinsentidos que nos ponen a discutir a unos y temblar a otros. Está poniendo nervioso al mundo de cara a su toma de posesión. El 2025 promete inaugurar otro periodo intenso, de polarización política e ideológica, cargado de humor negro, que saque lo peor de naciones y sociedades. Se habla de retrocesos de la izquierda y lo social y la recuperación de terreno de las derechas y sus conservadurismos.
¿Qué gana? Ruido, mucho tráfico en la red, la aparición de nuevos y viejos activistas de escritorios y embaucadores de redes sociales que ofrecen opiniones que no rebasan jamás el gritar desde el estómago. Pero es lo suyo. Uno de sus simpatizantes, durante su primera campaña presidencial, lo definió de forma inmejorable: Trump Umbrella, refiriéndose al efecto del ruido alrededor de él para cubrirse de lo que no está dispuesto a recibir y manejar el elemento insalvable, de la manera más ventajosa y a favor.
Amenaza a México, Canadá, China y Europa con una guerra comercial. Ahora a Panamá con despojarlos del Canal. Doblemente a México, al buscar declarar al narco como acción y organización terrorista, para poder dar, él, permiso a su ejército para intervenir, además de la frontera como riesgo. Con Ucrania, tibio. Israel, indiferente. Siria no es tema para él, no todavía. El ardid es para recuperar, al menos mediáticamente, el foco y poder que sí tuvieron los Estados Unidos desde la Segunda Guerra Mundial, pero se han diluido desde que el mundo se ha equilibrado. Ya no es uno de dos potencias, ni de dos únicos bloques.
¿Qué hará o dirá cuando se demuestre la información del iron river, como CBS llama al flujo descontrolado de armas compradas en Estados Unidos, Arizona principalmente, para alimentar y mejorar la capacidad de fuego del narco mexicano? ¿Qué, cuando las empresas armamentistas empiecen a perder las demandas del Estado Mexicano por su irresponsabilidad? ¿Cuándo reconocerá que el mercado de las drogas, y sus consecuencias, son producto de la demanda en su país?
Que use su arrastre para convencer a la opinión pública y al electorado de políticas integrales para mejorar la realidad social en su propio suelo, no tapando el sol con la sombrilla que ha venido construyendo desde que se lanzó por vez primera al poder. Que recupere la esencia de su democracia, que deje de hacer de ella un negocio. El resto del mundo no tenemos por qué solucionar sus problemas. México debe aprovechar esa coyuntura para redefinir sus relaciones con el mundo, aunque no podemos desprendernos de los Estados Unidos. Debemos buscar nuevas rutas, nuevos aliados, y seguir trabajando para transformar nuestra realidad y tener un país más humanos. Hemos dejado de criminalizar, para sanar. Hemos dejado de paliar, para prevenir. Vamos por buen camino, ya que el fuego no se apaga con fuego. La factura le saldrá cara al business-showman.