Dedicado a Yásnaya y Tenoch Huerta.
Están sucediendo muchas cosas durante estos días; se integran nuevas legislaturas en los estados y otra a nivel federal, donde se destaca que —por primera vez— haya un Congreso paritario, y la bancada de nuestro partido-movimiento esté integrada por la pluralidad que representa el Pueblo de México. Hablamos de luchadores sociales, maestros sindicalizados, feministas, y hasta empresarios nacionalistas con dimensión social.
El mejor gobierno del país de los últimos tiempos está llegando a su mitad de sexenio, y prueba de ello es que además del próximo Tercer Informe de Gobierno, la Secretaria de Gobernación ahora es ocupada por el gobernador de Tabasco, Adán Augusto Lopez, y Olga Sanchez Cordero, probablemente la mujer más poderosa en la historia del país, regresa al Senado para sacar la agenda progresista de derechos y libertades. La sucesión presidencial poco a poco empieza y, por eso, fotografías como la de Marcelo Ebrard y Ricardo Monreal resuenan en los medios, junto con las falsas acusaciones de una oposición poco moderna en la Ciudad de México que se comporta como Antorcha Campesina para afectar a Claudia Sheinbaum.
Todo esto está sucediendo ahora, y lo más lamentable de todo, es que aún hay un sector de la izquierda que, en vez de ver la realidad histórica y la conjunción de fuerzas sociales para transformar la realidad de las personas, no puede superar el debate de la Primera Internacional cuando se discutía cuál iba ser la relación del movimiento obrero frente a su organización en torno al poder político, ya que algunos y algunas no pueden dejar atrás que personas otrora parte de la sociedad civil ahora sean representantes del Pueblo ante un partido político.
Esa ha sido una división importante entorno a la constitución de las izquierdas, hay unas libertarias que se rehúsan a organizarse en torno al Estado y otras que consideran importante la toma del poder político.
Y no acaba ahí, aún existe una ingenuidad en querer intentar la utopía de la unidad de las izquierdas, cuando eso nunca ha sido posible históricamente. Es imposible unirse a ideologías, proyectos y plataformas que son contrarios entre sí. Nuestro Movimiento es plural, por supuesto, pero siempre y cuando se crea en la mayoría social soberana que llamamos Pueblo, y se entienda que esa mayoría social se constituye también por sus virtudes como por sus contradicciones.
Por eso, es importante dejar de lado esa romántica idea de la unidad de las izquierdas, y mejor construir con cualquier organización que enfatice el tejido comunitario y el bien popular, aunque no provengan del marxismo, del trotskismo, o de cualquier ‘’ismo’’ que no es otra cosa más que sectarismo. Las izquierdas en vez de construir y realizar acciones concretas pierden tiempo en entretenerse para ver quien tiene mejor identidad, y no para leer la realidad histórica.