A estas alturas, en el ya complicado escenario electoral que enfrentan los partidos opositores, donde se avizora una terrible derrota en las casillas, se suma otro elemento que dará mucho de qué hablar cuando se trate de echar culpas por el desastroso resultado.
En tierra, en campo, es decir, donde se construyen las campañas, hay continuos malestares entre militantes y movilizadores de los tres partidos aliados: PAN, PRI y PRD. Estos buscan convencer día a día al electorado de darles, o devolverles, la confianza el próximo 2 de junio en las elecciones más grandes de la historia en México.
¿Cuál es el origen de estos malestares? La continua y permanente inacción de miembros del Partido Acción Nacional, quienes caminan poco, se quejan mucho, no se coordinan y hacen de su campaña una simulación.
Quienes han participado activamente en una genuina campaña de promoción al voto saben que las jornadas son largas, las caminatas prolongadas y el trabajo abunda. Tocar casa por casa, entregar propaganda en cruceros, convocar a mítines, rodadas, cabalgatas, organizar casillas, defender el voto, asignar casillas, convencer a amigos y vecinos, y un largo etcétera.
En 2018, las y los brigadistas de Morena y sus aliados fueron fundamentales en la edificación de una sólida victoria. Brigadistas que desde 2006 y 2012, a pesar de las derrotas, impulsaron los mensajes y el proyecto de Andrés Manuel López Obrador en cada municipio y comunidad de México. Ellas y ellos hacen la diferencia.
En contraste, el Partido Acción Nacional no sabe caminar, no sabe asolearse. A sus candidatos de cualquier puesto de elección popular en todo el país los acompaña una veintena de personas contratadas exprofeso, cuya única motivación es llegar al fin de semana y cobrar por su trabajo. Hasta sus partidos aliados, el PRI y el PRD, se quejan de ello, pues son sus militancias las que hacen la mayor parte del trabajo duro.
El PRI tiene una amplia experiencia en movilización de personas, desde sus ya casi extintos comités vecinales y seccionales hasta sus experimentados movilizadores. El PRD, cerca de su desaparición, saca a la calle a la poca estructura que le queda para alcanzar el lejano 3% que les permita sobrevivir otro año.
Cuando se trata de contabilizar las secciones visitadas, los vecinos convencidos y los representantes de casilla apuntados, al PAN no le salen las cuentas. Al interior de los cuartos de guerra siempre hay pretextos y promesas. Registros duplicados en una carísima aplicación móvil de registro de personas movilizadas que le contratan a amigos empresarios con cargo al erario de los gobiernos que aún controlan.
Los panistas no hacen campaña, no tocan puertas a menos que su candidato les acompañe, y solo un rato, en lugares que «den buenas fotos» como mercados y plazas públicas. Quienes convocan, quienes «aforan», son los movilizadores del PRI, la tropa del PRD. Llenan mítines con burócratas o con acarreos.
El panismo solo depende de consultores, asesores y bots para hacer o simular una campaña. Pagan a quien camine por ellos los distritos que aspiran a volver a gobernar.
Hasta la próxima.