Pluma Patriótica

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El papel de la élite intelectual en México

La denominada transición a la democracia que data de los dos miles no solo trajo consigo a un empresario refresquero como presidente —el panista, Vicente Fox—, sino que también vino acompañada de un grupúsculo de intelectuales que se adueñaron de todos los espacios de discusión, y que con sus honrosas excepciones se han dedicado a ocupar muy cómodas posiciones sin siquiera innovar o abonar a la arena pública. De hecho, quizá se exagera al llamarles intelectuales a la generalidad de ellos, cuando en muchos casos son líderes de opinión que confundieron el papel que juegan.

Que desde aquel entonces, o quizá poco antes, no se haya dado una verdadera renovación en los espacios que ocupan, no se debe a que México carezca de intelectuales o que los únicos que han sabido interpretar la realidad y trabajar en favor de los que menos tienen sean ellos. Nuestro país tiene magníficos pensadores emanados de las mejores universidades nacionales con conciencia social y de clase, a los que durante muchos años no se les dio el lugar que merecen. No porque no estén al nivel la élite en cuestión; en muchos casos, además de tener mayor honestidad intelectual, incluso cuentan con más credenciales académicas. Lo que ocurrió fue que decidieron no ceder ni un ápice de sus variados foros, para así mantener su capacidad de influencia, así como los beneficios reservados a ellos y sus comparsas.

Finalmente nos encontramos frente a una verdadera democratización de la discusión pública. Esto se ve reflejado en una inmensa reducción de financiamiento público a medios tradicionales, crecimiento o aparición de otros tantos nuevos, caras nuevas en los distintos foros, entre otros. No obstante, cabe aclarar que sigue existiendo un claro dominio de quienes solían gozar de un sinfín de privilegios, y ahora auguran el acabose de la ciencia y un retroceso de nada menos que un siglo en casi cualquier materia. No es raro encontrarse con mesas de discusión en las que, de cinco participantes, uno, máximo dos o incluso ninguno comparte la visión catastrófica que pretenden inculcar en la sociedad. Hecho que llama la atención, por decir lo menos, dado que cualquier encuesta refleja que la mayoría de la población apoya el proceso de transformación. Los variados espacios de análisis y debate deberían ser reflejo de esto.

Ahora que se está dando una mayor pluralidad de opiniones, la élite intelectual se siente amenazada. Han decidido confrontarse directamente con el gobierno de la 4T, en lugar de abrir canales de diálogo o ser propositivos. Esto no quiere decir que no existan cosas criticables o que pudieran mejorarse en el gobierno, pero ellos han decidido tomar la decisión de serle incómodo al poder, así sin más. No importa si hay acciones que están beneficiando las y los más desprotegidos. Además, solo buscan serle incómodo a un poder político que no les beneficia, y claro, fingiendo ceguera ante un poder económico y empresarial que juega un papel preponderante.

Por mi parte espero que pronto asuman que tienen una gran responsabilidad al ser creadores y difusores de ideas, que dejen de sentir que cuando expresan una opinión lo hacen a nombre de ‘La Ciencia y La Razón’, y que dejen de pensar en términos de élite y se acerquen más a la cultura popular. Estamos viviendo un cambio no solo de régimen, también cultural, y si siguen resistiéndose a entenderlo, más pronto que tarde terminarán por dirigir sus opiniones hacia su propio ego y el de sus homólogos

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